Algunas prioridades en el ministerio sacerdotal (parte 2)
Prioridad 2: El trabajo pastoral
Seguimos hablando de algunas prioridades en el ministerio sacerdotal, las
cuales se basan en un consejo de la primera epístola a Timoteo, Dedícate a
la lectura, a la exhortación y a la enseñanza (1Tim.4:13). Al concentrarnos en “la lectura,” nos dimos
cuenta que los sacerdotes tienen la obligación de profundizar su conocimiento
de la Palabra de Dios a través del estudio.
Hoy quiero enfatizar “la exhortación” en el ministerio. La palabra griega atrás de la traducción (paraklésis)
normalmente no quiere decir regañar o estarle diciendo a la gente lo que tiene
que hacer, sino que representa a todo un campo de ideas relacionadas con la
obra del Espíritu Santo, el Paráclito, que cuida, anima y consuela a todo cristiano. Aquí
exhortación es la obra pastoral, el ministerio de cuidar al pueblo de Dios.
Encontramos una descripción de este tipo de ministerio en la carta a los Hebreos:
Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de
los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por
los pecados; y puede sentir compasión
hacia los ignorantes y extraviados, por estar también él envuelto en flaqueza (Hebreos
5:1-2). Vemos que en su trabajo pastoral el sacerdote intercede por el rebaño
que se le ha encomendado y le provee los sacramentos y otros recursos
espirituales necesarios para la vida en Cristo, siendo él también un hermano entre ellos.
Catedral de San Pablo, Londres |
Pero ofrecer la misa y acordarse de los feligreses durante sus oraciones no
es suficiente para cumplir con el mandato bíblico. Para dedicarse a la exhortación bíblica, el pastor necesita
ejercer lo que en inglés llamamos the ministry of presence (el
ministerio de la presencia). Tiene que estar con los fieles, pues se requiere estar presente con ellos
para conocerlos y sus necesidades. Por tanto, el sacerdote debería estar disponible
para escucharlos cuando frustrados y darles consejo cuando lo piden y para
visitarlos cuando están enfermos. Es
el trabajo del cura animar, consolar, reconciliar y extender la gracia de Dios
a todos sus hijos en Jesucristo.
Por esto,
confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros, como ya lo hacéis.
(1
Tesalonicenses 5:11)
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