jueves, 27 de octubre de 2016

La verdad sobre Halloween


 Ya viene Halloween y hay que decir la verdad.

Cada año escuchamos voces que nos quieren espantar con los supuestos orígenes diabólicos de Halloween. Para mí como sacerdote, es una situación irónica porque sé muy bien que  Halloween o (mejor dicho) All Hallows’ Eve es una celebración muy arraigada en la tradición cristiana.

Sí, Halloween es una celebración cristiana. La palabra viene de la expresión All Hallows’ Eve que se traduce a “Vísperas de Todos los Santos”. Halloween es la primera parte de las festividades del Día de Todos los Santos, uno de los días más importantes en el calendario cristiano tradicional. Es cuando conmemoramos que todos los bautizados en Cristo Jesús formamos una sola familia de hijos adoptivos de Dios, tanto los vivos como los que han muerto en el Señor. El día nos recuerda de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte y nos recuerda de nuestra esperanza en la Segunda Venida cuando Cristo volverá con gloria y majestad para juzgar a los vivos y a los muertos.

Alguien quizás responderá ¿Pero qué tiene que ver todo aquello del Trick-or-Treat y los disfraces y todo lo que parece en una celebración de la oscuridad con el Día de Todos los Santos?

La repuesta es fácil. Es una burla del mal. Nuestros antepasados en la fe entendieron mejor que nosotros que la vida es una lucha entre las fuerzas del bien y del mal y que Cristo hizo un gran espectáculo al vencer la muerte con su Cruz y Resurrección, y entonces dedicaban los últimos momentos de oscuridad antes de la gran celebración de la luz de Cristo a burlarse del mal, seguros en la proclamación de la victoria del Señor que luego escucharían en la iglesia. 

Esta práctica entró en la cultura norteamericana por influencia de los ingleses e irlandeses que llegaron a los Estados Unidos, tanto protestantes como católico-romanos, y fue adoptada por los demás grupos a veces sin saber de los orígenes religiosos de la celebración. Este olvido del sentido original y la influencia de Hollywood han provocado que muchas personas exageren en sus actividades o que den un giro negativo a las celebraciones. Sin embargo el abuso no invalida el buen uso.  

Hasta hace pocos años casi todas las celebraciones de Halloween se patrocinaban por las iglesias y hoy en día hay iglesias que todavía celebran las Vísperas de Todos los Santos (no “noche de brujas”) con actividades divertidas y oficios que demuestran la victoria de Cristo sobre la muerte. Por ejemplo la Iglesia Episcopal ofrece un servicio especial para All Hallows’ Eve para enfatizar que Dios es el soberano de toda la creación y que él ha garantizado la victoria sobre el mal con su Hijo Jesucristo.

Ustedes estaban muertos por sus pecados, y su misma persona no estaba circuncidada, pero Dios los hizo revivir junto a Cristo: ¡nos perdonó todas nuestras faltas! Anuló el comprobante de nuestra deuda, esos mandamientos que nos acusaban; lo clavó en la cruz y lo suprimió. Les quitó su poder a las autoridades del mundo superior, las humilló ante la faz del mundo y las llevó como prisioneros en el cortejo triunfal de su cruz. (Colosenses 2:13-15)

martes, 25 de octubre de 2016

Reflexión bíblica para el 23er Domingo después de Pentecostés (23-10-16)


“Dos hombres fueron al Templo a la hora de oración…” (Lucas 18:10)

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El Señor Jesús enseñó que creerse justo no vale nada delante de Dios sino que el reconocimiento de nuestra necesidad total de su gracia es necesario. Por tanto, nuestras buenas obras no nos ganan el favor de Dios. Las buenas obras son el fruto del corazón arrepentido y agradecido al Señor.

Las lecturas fueron Joel 2:23-32; Salmo 65; 2 Timoteo 4:6-8,16-18; San Lucas 18:9-14.

jueves, 20 de octubre de 2016

Más sobre los evangelistas

Mi post de la semana pasada sobre los evangelistas laicos en la Iglesia Episcopal provocó bastante reacción, lo que indica que es un tema de que vale pena seguir hablando.

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Clérigo ortodoxo de Etiopía
Sólo tenemos que leer Mateo 28 para darnos cuenta que proclamar el mensaje de Cristo es tarea de la Iglesia: Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mando. Y yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. (Mt.28:19-20)

Si esto no nos queda claro, el Libro de Oración Común pregunta a todos los candidatos para el Santo Bautismo (a los padres y padrinos también): ¿Proclamarás por medio de la palabra y el ejemplo las Buenas Nuevas de Dios en Cristo? La respuesta ratifica el compromiso: Así lo haré con el auxilio de Dios. (LOC 225).
Entonces parece que todos los cristianos estamos llamados a evangelizar a nuestro mundo.

Sin embargo, si leemos las Sagradas Escrituras vemos que algunas personas han recibido el don de realizar esta tarea de una manera particular. Podemos citar a “Felipe el evangelista” (Hechos 21:8), Timoteo (2 Timoteo 4:5) y los evangelistas enumerados entre los ministerios y dones que Dios ha establecido en Cuerpo de Cristo (Efesios 4:11).  Podemos estar seguros de que Felipe y Timoteo fueron ordenados y por estar entre un listado que incluye a los apóstoles, profetas, maestros y pastores, podemos pensar que fueron personas reconocidas de una manera oficial por la comunidad.  Según la Biblia, por lo tanto, existe un papel especial para evangelistas en el plan de Dios para su Iglesia.
Parece que  la intención de la Iglesia Episcopal al autorizar el ministerio del evangelista laico es re-establecer y acomodarse a este patrón neo-testamentario. Es una iniciativa sabia, porque todos estamos llamados a evangelizar, pero necesitamos que nos ayuden y nos motiven a proclamar el mensaje, tanto de palabra como de ejemplo. Por tanto, necesitamos a los evangelistas—no para evangelizar en nuestro lugar sino para enseñarnos y motivarnos a cumplir con el mandato que Cristo nos ha dado a todos.



   

martes, 18 de octubre de 2016

Reflexión bíblica para el Vigesimosegundo Domingo después de Pentecostés (16-10-16)


Reflexión bíblica para el Vigesimosegundo Domingo después de Pentecostés (16-10-16):

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Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16-17)
La Palabra de Dios nos ofrece dos medios de gracia para nuestro crecimiento espiritual. El primero es el estudio de las Sagradas Escrituras. Debemos leer, estudiar y meditar sobre el texto bíblico con frecuencia y con dedicación, pues así podemos escuchar la voz del Señor. El segundo es la oración. Al levantar nuestra voz a Dios, él es fiel y nos escucha en nuestras necesidades.
Las lecturas fueron Jeremías 31:27-34; Salmo 119:97-104; 2 Timoteo 3:14-4:5; San Lucas 18:1-8.

viernes, 14 de octubre de 2016

Evangelistas laicos en la Iglesia Episcopal


Gracias a Dios, la palabra “evangelismo” ya no se ve como un término tan espeluznante como antes entre los episcopales: Muchos nos hemos dado cuenta que es tarea de todos los bautizados compartir las buenas nuevas de Cristo en nuestra vida diaria.  Es decir, quisiéramos o no, somos evangelistas. A esto digo “¡Amén!” Al leer el Nuevo Testamento también nos damos cuenta que existe una vocación a ser evangelista entre los ministerios del Cuerpo de Cristo. Por eso los cánones de la Iglesia Episcopal contemplan el papel del evangelista laico con licencia. Sin embargo, la Iglesia explica muy poco en términos prácticos qué es y qué espera de este ministerio.

El Canon III.4.9 reza así: Un evangelista es un laico que presenta la buena nueva de Jesucristo de tal forma que la gente desea recibir a Cristo como Salvador y seguir a Cristo como Señor en el compañerismo de la Iglesia. Un Evangelista ayuda con el ministerio del evangelismo de la comunidad en colaboración con el Presbítero y otros líderes que ejercen supervisión de la congregación, o según lo indique el Obispo. (A esto también digo ¡Amén!)

Para resumirlo podemos decir que el evangelista evangeliza y ayuda la Iglesia con el ministerio del evangelismo, que es dar a conocer a Jesucristo como Salvador.

Por el momento estoy preparando una serie de cursos de formación en español para los ministerios laicos con licencia en nuestra diócesis. Hasta ahora no encuentro ningún modelo para la formación de evangelistas que seguir o adaptar para el ministerio hispano.  Entonces, tener que diseñar un programa para evangelistas me ha hecho reflexionar sobre la importancia de este ministerio para la Iglesia y sobre lo poco que hemos dedicado a entrenar nuestra gente a compartir la buena nueva de Jesucristo. Es una falta que quiero remediar con un programa sólido.

Pido sus oraciones por la bendición del Señor sobre este trabajo, y si tienen experiencias con evangelistas laicos en sus diócesis, que, por favor,  me las compartan.

  

miércoles, 12 de octubre de 2016

Reflexión bíblica para el Vigesimoprimero Domingo después de Pentecostés (09-10-2016):

Reflexión bíblica para el Vigesimoprimero Domingo después de Pentecostés (09-10-2016):

“Jesús le preguntó:—¿No son diez los que han quedado limpios? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo:—Levántate, vete; tu fe te ha salvado.” (Lucas 17:17-19)

En la vida de los cristianos suele pasar que, a pesar de las grandes bendiciones que Dios nos da cada día, no rendimos gracias al Señor y en contraste vemos que personas... que nunca han llegado a la iglesia se presentan para agradecer al Señor por el amor que Dios les ha brindado. Debemos todos tomar en cuenta las palabras del apóstol Pablo y “acordarnos de Jesucristo” y darle gracias a Dios por todas sus obras.

Las lecturas fueron Jeremías 29:1,4-7; Salmo 66:1-12; 2 Timoteo 2:8-15; San Lucas 17:11-19.

martes, 4 de octubre de 2016

Reflexión bíblica para el Vigésimo Domingo después de Pentecostés (02-10-2016)

“Entonces el Señor dijo:—Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: ‘Desarráigate y plántate en el mar’, y os obedecería.” (S. Lucas 17:6)
Semillas de mostaza
(cortesía Wiki Commons)
 
Sería fácil malentender las palabras de Cristo como los que hablan de la fe en términos casi mágicos, pero la lectura detenida de las Sagradas Escrituras nos revela que la fe es trabajo duro, es confiar que lo Dios quiere y hace siempre será mejor que lo que nosotros podemos querer o hacer.
Las lecturas fueron Lamentaciones 1:1-6; Salmo 137; 2 Timoteo 1:1-14; San Lucas 17:5-10.