martes, 29 de septiembre de 2015

San Miguel Arcángel y Todos los Santos Ángeles


San Miguel Arcángel y Todos los Santos Ángeles
Hoy celebramos la fiesta de San Miguel y Todos los Ángeles. (Michaelmas es el nombre tradicional en inglés que significa “la misa de Miguel”.)
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Imagen del Apocalipsis 12:7
Al acordarnos de los Santos Ángeles debemos darle gracias a Dios por su ministerio tanto terrenal como celestial, pues los ángeles sirven a Dios en la tierra y en el cielo.
Aunque la palabra angelos en griego quiere decir “mensajero” y los vemos cumplir esta misión a través de los Biblia (Gen. 19:1; Mat. 1:20), también vemos en las Sagradas Escrituras que el Señor les ha concedido otras tareas como la de luchar contra el diablo,  su séquito de ángeles caídos y los otros enemigos de Dios (2 Cron. 32:21; Apoc. 12:1) y la de velar por los fieles y por las iglesias (Salmo 91:11; Mat. 18:10; Apoc. 1:20).
La tradición anglicana da gracias al Señor por los ángeles que están al servicio de Dios y los conmemora  a diario al recitar los salmos y los cánticos de la Oración Matutina y Vespertina que los mencionan a menudo, al cantar sus himnos propios en la celebración de la Santa Eucaristía y al celebrarlos en su día. 
Oh Dios eterno, que has establecido y constituido en orden maravilloso los ministerios de los ángeles y los mortales: Concede, en tu misericordia, que así como tus santos ángeles continuamente te sirven y adoran en el cielo, asimismo, por tu mandato, nos socorran y defiendan en la tierra; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.  (Libro de Oración Común, colecta para el 29 de septiembre)

viernes, 25 de septiembre de 2015

Mi abuela y la resurrección de los muertos


La Resurrección de Cristo,
Manuscrito inglés (un Misal), 1277 
En días recientes el tema de la resurrección de los muertos me ha llamado la atención, especialmente por la ocasión del entierro de mi abuela. Tuve el privilegio de predicar el sermón durante su oficio fúnebre, tal como ella me lo había pedido. Aunque no fue fácil hablar bajo las circunstancias, sí, fue fácil saber de qué hablar.
Tenía que predicar sobre su fe en Jesucristo y la resurrección de los muertos. Tenía que hacerlo, en primer lugar, porque el oficio de entierro no se trata de elogiar a los difuntos, sino de encomendarlos a Dios y, en segundo lugar, porque la resurrección fue el tema de muchas conversaciones con mi abuela sobre abundantes tazas de café. 
 
La fe de mi abuela fue arraigada en la Biblia como la palabra de Dios. Ella creía firmemente en las palabras del Señor: Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. (S. Juan 11:25-26) Creía que todos los que estamos en Cristo seremos resucitados a la vida en el Día de Señor, en el día final cuando--como dice el Credo-- regresará Jesucristo para juzgar a los vivos y a los muertos.  Creía que todos debemos prepararnos para este encuentro con el Señor y vivía de acuerdo con esta fe.
 
También mi abuela creía en la gran transformación que la resurrección logrará en nosotros, pues en la resurrección el Señor ha prometido enjugar toda lágrima, sanar toda enfermedad, restaurar la humanidad a la perfección que conocía antes del pecado y revestirnos con la inmortalidad y la incorruptibilidad. Es una vision gloriosa del futuro de la humanidad bajo el cuidado de Dios. Es una esperanza en la plena bondad y la gracia que Dios nos ofrece en Cristo y un consuelo para los que creemos que la vida no termina con la muerte física. 

"Creo en ... la resurrección de los muertos y la vida eterna."
--Credo de los Apóstoles

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Yes, I'm a Puseyite!





Retrato de Edward Bouverie Pusey (1800-1882)
Yes, I’m a Puseyite!
Hoy hace 133 años murió una de luces más esplendidas de la Iglesia Anglicana, Edward Bouverie Pusey (22 de agosto del 1800—16 de septiembre del 1882). Es un eclesiástico que vale la pena conocer.
Erudito sacerdote y académico espiritual, Pusey fue canónigo de la catedral de Cristo y catedrático regio de lengua hebrea en la Universidad de Oxford por 54 años. Sus sermones y obras escritas trazaron las líneas intelectuales del Movimiento de Oxford, el movimiento cuyos detractores  lo nombraron puseyita.
Pusey produjo ediciones de las obras de los Padres de la Iglesia, varios sermones , tratados teológicos y comentarios bíblicos. A pesar de su carácter sencillo y austero, fue el centro de controversia hasta el punto de estar bajo una prohibición de predicar por dos años.  Aun así llegó a ser el hombre más influyente de la Iglesia de Inglaterra en su época.
Sus contribuciones principales fueron el llamar atención a la negligencia general en cuanto al ministerio de confesión y absolución y el recobrar el sentido de devoción a la Presencia Real de Cristo en la Santa Comunión. Cuando murió los amigos de Pusey compraron su colección de libros  y establecieron una biblioteca como un monumento a su memoria en la ciudad de Oxford.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Historia del Ministerio Hispano en la Iglesia Episcopal


Historia del Ministerio Hispano en la Iglesia Episcopal: Logros, frustraciones y esperanzas
por Isaías A. Rodríguez
 
Quiero felicitar al Reverendo Isaías Rodríguez por su libro recién publicado,  Historia del Ministerio Hispano en la Iglesia Episcopal, y recomendarlo a todos los lectores. 
 
Padre Rodríguez cuenta la historia de la labor pastoral y misionera de los episcopales entre los pueblos hispanos desde sus comienzos en América Latina hasta el momento presente en que existen más de 300 congregaciones hispanas en los Estados Unidos.   Es una historia que el Padre Rodríguez conoce muy bien— quizás mejor de nadie—por ser partícipe directo en su desarrollo, pues es uno de los clérigos más comprometidos con el ministerio hispano de la Iglesia Episcopal en los Estados Unidos con varias décadas de servicio al pueblo de Dios. Este libro es para cualquiera que trabaja en el ministerio hispano o que desea entender mejor su sorprendente crecimiento dentro de la Iglesia Episcopal. 
 
Padre Rodríguez es autor de varios artículos, folletos y libros y actualmente coordina del ministerio hispano en la Diócesis Episcopal de Atlanta.
 
Ejemplares de Historia del Ministerio Hispano en la Iglesia Episcopal están disponibles a través de la Diócesis de Atlanta. Costo del libro es $15.00 por ejemplar, $20.00 por dos, $30. 00 por tres, $40 por 5, y $7.00 por ejemplar cuando se piden más de  6 ejemplares. No hay costo de envío. Los cheques se deben escribir a:

Diocese of Atlanta: St. Mary´s E. Church

2744 Peachtree Rd. NW.

Atlanta, GA 30305

Más información aquí.

martes, 8 de septiembre de 2015

¡Feliz Cumpleaños a la Virgen!


Natividad de la Virgen, Pietro Lorenzetti 
Siena, Italia,  ca. 1340


Hoy observamos la Natividad de la Virgen María (08 de septiembre). Es una fecha bien establecida en las varias ediciones del Libro de Oración Común de Inglaterra y en los textos respectivos de las iglesias de la Comunión Anglicana.  Para felicitar a la  Madre del Señor ofrezco una traducción de los propios usados en la celebración de la Santa Comunión de la Iglesia de Irlanda:

Colecta del Día:
Dios Omnipotente, que miraste a la humildad de la Bienaventurada Virgen María y la elegiste para ser la madre de tu Hijo unigénito: Concede que los que hemos sido redimidos por su sangre compartamos con ella la gloria de tu reino eterno, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Lecturas: Isaías 61:10-11; Salmo 45:10-17; Gálatas 4:4-7; San Lucas 1:46-55

Oración Pos-Comunión:
Omnipotente y sempiterno Dios, que te dignaste elevar a la humanidad caída a través de la maternidad de la Bendita Virgen María: Concede que los que hemos visto tu gloria revelada en nuestra naturaleza humana y tu amor hecho perfecto en nuestra debilidad seamos renovados diariamente en tu imagen y conformados al modelo de tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Amén.






viernes, 4 de septiembre de 2015

¿Por qué decir "el cura"?


¿Por qué decir “el cura”?
Ayer uno de los estimados  lectores me preguntó por qué uso el término “cura” para hablar de los clérigos de nuestra iglesia. Me pidió también explicar el uso de esta palabra en las traducciones del Libro de Oración Común. Aquí va el intento…
En primer lugar, yo uso la palabra “cura” por economía. El español es mi segunda lengua y para mí es más fácil pronunciar cu-ra que pres-bí-te-ro  o sa-cer-do-te.
Pero más allá de ser una palabra fácil, es una palabra que me gusta por evocar a las imágenes literarias del sacerdote de pueblo que en muchas ocasiones sin ser el  titular de la parroquia ministra en el templo día tras día. No busca ascensos, no le fascinan las maquinaciones políticas y su interés no es ni el poder ni la riqueza, sino la gloria de Dios y el bienestar de todos. Sencillamente es un hombre que sirve al Señor.  Los que tienen acceso a copias del Libro de Oración Común (1662) de la Iglesia de Inglaterra habrán visto que ese libro usa la palabra “curate” a menudo para referirse a los clérigos. Las versiones en español dicen “el cura”.  Quiere decir “el presbítero responsable por el cuidado espiritual” de la parroquia, es decir el cura de almas.  Durante varios siglos éste no era necesariamente el rector o vicario oficial, sino un clérigo—a veces muy pobre—contratado para oficiar en ausencia del titular. Era el cura que bautizaba, celebraba la Santa Comunión,  exhortaba, absolvía, celebraba las bodas, visitaba a los enfermos y sepultaba a los muertos.  Aunque no gozaba del nombre, era el pastor del pueblo.  En este sentido admirable uso la palabra.   
En años posteriores con reformas eclesiásticas que obligaron a los clérigos a quedarse en sus parroquias, la palabra “curate” llegó a significar un diácono o sacerdote joven que sirve de asistente bajo la tutela de un clérigo más experimentado antes de ser titular en una iglesia propia. A veces existe una confusión por la diferencia  de usanza entre la liturgia anglicana oficial y el lenguaje moderno.      
Quiero darles un consejo a los líderes de la iglesia. Yo también soy líder como ellos, y soy testigo de cómo sufrió Cristo. Además, cuando Cristo regrese y muestre lo maravilloso que es él, disfrutaré de parte de su gloria. Mi consejo es el siguiente: Cuiden ustedes de las personas que Dios dejó a su cargo, pues ellas pertenecen a Dios. Cuídenlas, como cuida el pastor a sus ovejas. Háganlo por el gusto de servir, que es lo que a Dios le agrada, y no por obligación ni para ganar dinero.  No traten a los que Dios les encargó como si ustedes fueran sus amos; más bien, procuren ser un ejemplo para ellos.  Así, cuando regrese Cristo, que es el Pastor principal, ustedes recibirán un maravilloso premio que durará para siempre. (1 Pedro 5:1-4-TLA)



martes, 1 de septiembre de 2015

Consagración matutina


Consagración matutina

(Adaptada de fuentes mozárabes por J. Lynch (c) 2015)
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Escúchanos, O Luz que nunca falta, O Señor Dios nuestro, nuestra única Luz, Fuente de Luz, Luz de tus ángeles, tronos, dominaciones, principados, poderes y de todo ser inteligente. Tú que has creado la luz de tus santos, escucha nuestra oración.

Haz que nuestras almas sean como lámparas tuyas, prendidas e iluminadas por ti. Que resplandezcan  y ardan con la verdad, y que nunca se terminen sólo en cenizas y oscuridad.
Haz que seamos tu habitación, brillando contigo, brillando en ti; que replandezcamos y no nos apaguemos; que te adoremos por todos los siglos. Concede que en ti estemos siempre encendidos y nunca apagados.

O Dios nuestro, haz que, llenos del esplendor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo, resplandezcamos por dentro con tu luz  para poder  expulsar la oscuridad de nuestro pecado  y que esta luz habite en nuestro corazón por siempre. Amén.