martes, 27 de febrero de 2018

Reflexión Bíblica para la Segunda Semana de Cuaresma (2018)

Esta semana la Reflexión Bíblica se encuentra en el sitio de Sermones que Iluminan, un proyecto digital de la Iglesia Episcopal que ofrece recursos homiléticos y estudios bíblicos:


Las Lecturas para el Segundo Domingo en Cuaresma (2018) son Génesis 17:1-7,15-16; Salmo 22:22-20; Romanos 4:13-25; San Marcos 8:31-38. 


miércoles, 21 de febrero de 2018

Reflexión Bíblica para la Primera Semana de Cuaresma (2018)

Y aquella agua representaba el agua del bautismo, por medio del cual somos ahora salvados. (1 Pedro 3:21)

Esta semana las lecturas apuntan hacia el tema de bautismo, pues éste forma un hilo que corre a través de los textos bíblicos:

Del Antiguo Testamento escuchamos la historia de Noé cuya familia fue rescatada del diluvio que Dios había enviado para purificar el mundo del pecado y de la violencia. Nos recuerda que aun en el juicio el Señor es un Dios de misericordia.  En la primera carta de San Pedro, el apóstol nos explica que el diluvio y la salvación de la familia de Noé son una figura de nuestra salvación en Jesucristo. Por la gracia de Dios las aguas del bautismo nos purifican del pecado y piden al Señor por una conciencia piadosa.  (Es la misma hermenéutica que empleó San Pablo cuando enseñó que el éxodo guiado por Moisés era un símbolo de bautismo.  Véase 1 Corintios 10:1.)

Dado que el relato de la tentación de Cristo es muy breve en la versión de Marcos, el leccionario señala que otra vez escuchemos de su bautismo en el Jordán. Esto logra que evitemos pensar que los sacramentos son premios por nuestra buena conducta cuando en verdad son medicina y alimento para resistir al mal.

Las lecturas para el Primer Domingo en Cuaresma (2018) son Génesis 9:8-17; Salmo 25:1-9; 1 Pedro 3:18-22; San Marcos 1:9-15).

miércoles, 14 de febrero de 2018

Reflexión Bíblica para el Miércoles de Ceniza

En el Calendario de la Iglesia Episcopal sólo dos días son asignados como días solemnes de ayuno y abstinencia: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Son los días en que pedimos que los fieles de la Iglesia se priven se comida y de placeres para dedicarse a la oración y a la disciplina espiritual. Ambos días se acompañan de actos litúrgicos especiales.

Hoy la liturgia penitencial nos ofrece la opción de marcar el rostro con las cenizas que por tradición se hacen de las palmas del Domingo de Ramos. Es un acto simbólico de arrepentimiento y humildad arraigado en el Antiguo Testamento y en las culturas antiquísimas del Medio Oriente (por ejemplo Ester 4:3). La intención que sea la exteriorización de la espiritualidad interior del alma que responde al llamado de la conversión. Se supone que siempre debe estar conectada a una confesión extendida de nuestros pecados. Pero con tanta atención al acto exterior corremos el riesgo de perder el valor del mismo y de convertirlo en algo que nos hace sentir bien y así convencernos que somos buena gente sin la necesidad de la conversión verdadera y del arrepentimiento constante. 

El profeta Isaías también conoció el riesgo de la religiosidad exterior sin la conversión y lo criticó severamente. Dice que el ayuno que el Señor requiere es la conversión de nuestras vidas. Exige que abandonemos nuestra maldad y nuestro pecado, pues nada nos servirá privarnos de comida o imponernos cenizas si rehusamos la privación de las injusticias o rechazamos ayudar al pobre y al hambriento:

El ayuno que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión,  dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo?
  ¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa,    que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano? (Isaías 58:6,7)


Éste es el mismo mensaje que proclamó nuestro Señor Jesucristo:

¡Arrepiéntanse y crean el evangelio! (S. Marcos 1:15)


Las lecturas para el Miércoles de Cenizas son Joel 2:1-2,12-17 o Isaías 58:1-12; Salmo 103; 2 Corintios 5:20b-6:10; San Mateo 6:1-6, 16-21. 

miércoles, 7 de febrero de 2018

Reflexión Bíblica para la Quinta Semana después de Epifanía (2018)

La Suegra de Simón Pedro es una de las numerosas mujeres intrigantes del Nuevo Testamento. Sabemos muy poco de ella; de hecho, ni siquiera sabemos cuál era su nombre (por eso uso “Suegra” así con mayúscula para convertirlo en nombre propio). Aparte de las acciones que describe el evangelista, sólo la conocemos por su relación suegra-yerno con Pedro. Sin embargo, lo poco que cuenta el evangelio nos puede enseñar bastante.
Creo que la Suegra de Pedro debe ser un modelo de la vida cristiana por tres razones:
Primero, la Suegra de Pedro confió en Jesús, dejándole orar por ella e imponerle sus manos. Tuvo fe en el Señor, lo que es esencial para cualquier cristiano. Sin la fe y sin dejar que Dios transforme nuestras vidas no podemos esperar crecer.  
Segundo, fue agradecida por los Jesús hizo con ella. Aunque el texto de Marcos no lo dice directamente, la Suegra de Pedro agradeció al Señor, pues se puso a atenderle y a los demás en la casa.  Entendió que servir es agradecer y compartió sus bendiciones con otros.
Tercero, dio testimonio. A la hora de atender a Jesús estaba dando testimonio de su sanación y del poder del Señor y otras personas lo vieron. Tanto corrió este testimonio que el texto bíblico cuenta que todo el pueblo se reunió afuera de  su casa  con la esperanza de que Jesús hiciera lo mismo por ellos.
Creyendo en el poder de Dios, sirviendo a los demás con gratitud y dando testimonio de las bendiciones del Señor viviremos una vida más plena que glorifica y honra a Cristo.
Las lecturas para el Quinto Domingo después de Epifanía (2018) son Isaías 40:21-31; Salmo 147:1-12, 21c; 1 Corintios 9:16-23; San Marcos 1:29-39.