La Suegra de
Simón Pedro es una de las numerosas mujeres intrigantes del Nuevo Testamento. Sabemos
muy poco de ella; de hecho, ni siquiera sabemos cuál era su nombre (por eso uso
“Suegra” así con mayúscula para convertirlo en nombre propio). Aparte de las
acciones que describe el evangelista, sólo la conocemos por su relación suegra-yerno
con Pedro. Sin embargo, lo poco que cuenta el evangelio nos puede enseñar
bastante.
Creo que la
Suegra de Pedro debe ser un modelo de la vida cristiana por tres razones:
Primero, la Suegra
de Pedro confió en Jesús, dejándole orar por ella e imponerle sus manos. Tuvo
fe en el Señor, lo que es esencial para cualquier cristiano. Sin la fe y sin
dejar que Dios transforme nuestras vidas no podemos esperar crecer.
Segundo, fue
agradecida por los Jesús hizo con ella. Aunque el texto de Marcos no lo dice
directamente, la Suegra de Pedro agradeció al Señor, pues se puso a atenderle y
a los demás en la casa. Entendió que servir es agradecer y compartió sus bendiciones con otros.
Tercero, dio testimonio.
A la hora de atender a Jesús estaba dando testimonio de su sanación y del poder
del Señor y otras personas lo vieron. Tanto corrió este testimonio que el texto
bíblico cuenta que todo el pueblo se reunió afuera de su casa con la esperanza de que Jesús hiciera lo mismo
por ellos.
Creyendo en el
poder de Dios, sirviendo a los demás con gratitud y dando testimonio de las
bendiciones del Señor viviremos una vida más plena que glorifica y honra a
Cristo.
Las lecturas para el Quinto Domingo después de
Epifanía (2018) son Isaías 40:21-31; Salmo 147:1-12, 21c; 1 Corintios 9:16-23;
San Marcos 1:29-39.
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