martes, 30 de enero de 2018

Reflexión Bíblica para la Cuarta Semana después de Epifanía (2018)

El Señor su Dios hará que salga de entre ustedes un profeta como yo, y deberán obedecerlo. (Deuteronomio 15:15)

Varios pasajes de los evangelios hacen mención de Jesús como “el profeta que habría de venir”.  Durante el periodo de su ministerio terrenal ya muchos ya esperaban que Dios enviara a un profeta como Moisés, un profeta que pudiera reunir el pueblo de Israel comunicarse con el Señor directamente como Moisés lo hacía en el Monte Sinaí.

Monumento al Primer Obispo de Pittsburgh en el patio de
St. Thomas Memorial Episcopal Church
Oakmont, Pennsylvania (2002)
A través de la historia Dios había enviado muchos profetas; sin embargo, ninguno parecía ser el profeta definitivo prometido en Deuteronomio.  Un lector del Antiguo Testamento pronto se da cuenta que la genta hacía poco caso a los profetas, incluso los mataba.

Cuando Cristo empezó su ministerio activo, se manifestó, en parte, a través de sus enseñanzas como escuchamos en el pasaje de San Marcos asignado en el leccionario. Jesús enseñó de una manera distinta, enseñó con autoridad. Y su predicación con esta autoridad tuvo efectos.  En el caso particular de Marcos 1:21-28, su enseñanza provoca la sanación de una persona atormentada por demonios y estos espíritus caídos se ven obligados a obedecer.  Si hasta los demonios le obedecen, entonces la gente también le tendrá que obedecer o enfrentar consecuencias (véase Deut. 15:19).

En la lectura de 1 Corintios, el Apóstol nos recuerda que el saber no es todo. También valen la prudencia, la sabiduría y la comprensión de los demás. ¿Cuántas cosas hacemos sólo porque podemos y sin pensar en cómo afectarán a nuestros hermanos? El creyente tiene obligaciones hacia los demás miembros del Cuerpo de Cristo. 

Nota litúrgica: En el calendario tradicional, el tercer domingo antes de llegar a Miércoles de Ceniza se llama Septuagésima y es cuando algunas de  las prácticas penitenciales menos rigorosas antes de la Cuaresma.

Las lecturas para la Cuarta Semana después de Epifanía (2018) son Deuteronomio 15:15-20; Salmo 111; 1 Corintios 8:1-13; San Marcos 1:21-28.

   






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