Las lecturas de esta semana nos hablan de cambios vitales. El texto de
Jonás nos brinda un ejemplo que seguir, pero curiosamente no es el ejemplo del
profeta sino el ejemplo del rey y pueblo de Nínive. Este
pueblo oyó la predicación y se arrepintió de sus crimines colectivos e
individuales. (Quizá en eso presagia la parábola del Buen Samaritano.) En el
evangelio igualmente Jesús predica sobre el cambio con el anuncio de la
conversión y el arrepentimiento. Nos llama a creer y a cambiar nuestra
perspectiva (¡metanoeite kai pisteuete!),
así prometiendo hacer un cambio en nuestras vidas—Yo les haré pescadores de hombres.
Mosaico de San Pablo, Roma |
Sólo así con entender el arrepentimiento como un cambio radical de
perspectiva podemos lograr comprender lo que escribe San Pablo en su primera epístola a los Corintios: Que los casados vivan como si
no lo fueran y los que están de luto como si estuvieran de fiesta y los que están
de fiesta como si estuvieran de luto. La verdad es que, tomado de manera aislada, este pasaje parece una locura; sin embargo, entendido en el contexto de su expectativa de la pronta llegada de Cristo, podemos ver que el Apóstol quiso enfatizar que la presencia de Cristo en nuestros corazones cambia nuestra
manera de ver la vida en su totalidad.
Las
lecturas para el Tercer Domingo después de Epifanía (2018) son Jonás 3:1-5,10;
Salmo 62:6-14; 1 Corintios 7:29-31; San Marcos 1:14-20.
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