La Resurrección de Cristo, Manuscrito inglés (un Misal), 1277 |
En días recientes
el tema de la resurrección de los muertos me ha llamado la atención, especialmente
por la ocasión del entierro de mi abuela. Tuve el privilegio de predicar el
sermón durante su oficio fúnebre, tal como ella me lo había pedido. Aunque no
fue fácil hablar bajo las circunstancias, sí, fue fácil saber de qué hablar.
Tenía que predicar sobre su fe en Jesucristo y la resurrección de los
muertos. Tenía que hacerlo, en primer lugar, porque el oficio de entierro no se
trata de elogiar a los difuntos, sino de encomendarlos a Dios y, en segundo
lugar, porque la resurrección fue el tema de muchas conversaciones con mi abuela
sobre abundantes tazas de café.
La fe de mi abuela fue arraigada en la Biblia como la palabra de Dios. Ella creía firmemente en las palabras del
Señor: Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y
todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. (S. Juan 11:25-26) Creía que todos los que estamos en Cristo seremos resucitados a la vida en el
Día de Señor, en el día final cuando--como dice el Credo-- regresará Jesucristo para juzgar a los vivos
y a los muertos. Creía que todos debemos prepararnos para este encuentro con el Señor y vivía de acuerdo con esta fe.
También mi abuela creía en la gran
transformación que la resurrección logrará en nosotros, pues en la resurrección el Señor
ha prometido enjugar toda lágrima, sanar toda enfermedad, restaurar la humanidad a
la perfección que conocía antes del pecado y revestirnos con la inmortalidad y
la incorruptibilidad. Es una vision gloriosa del futuro de la humanidad bajo el cuidado de Dios. Es una esperanza en la plena bondad y la gracia que Dios
nos ofrece en Cristo y un consuelo para los que creemos que la vida no termina con la muerte física.
"Creo en ... la resurrección de los muertos y la vida eterna."
--Credo de los Apóstoles
No hay comentarios:
Publicar un comentario