Esta semana he
pensado en muchísimos temas para este blog pero no he escrito sobre ninguno de ellos.
Ninguno está en su kairós, en su
momento oportuno.
Algo que nunca
está fuera de su momento es mencionar la obligación del sacerdote a ser el
intérprete bíblico para su comunidad. En mis estudios de los Padres de Iglesia
encontré de nuevo un pasaje del Antiguo Testamento que para mí representa muy bien cómo los clérigos debemos enseñar las Sagradas Escrituras y creo que nos pueden servir también en nuestro tiempo.
El pasaje es
Nehemías capítulo 8. Describe el ministerio del sacerdote Esdras al volver a Jerusalén desde el
exilio en el extranjero. Con una serie de cinco pasos (que voy a enumerar) cumplió con el deber
de enseñar la Palabra de Dios a su pueblo.
Pasos del ministerio magisterial de Esdras en
Nehemías 8
- Convocó a la solemne asamblea en el sitio del templo. (8:1)
- Leyó texto sagrado al pueblo durante los actos de adoración. (8:2)
- Dirigió la traducción del texto hebreo a la lengua vernácula. (8:8)
- Interpretó el significado del texto para el pueblo en su momento histórico. (8:8)
- Celebró la gracia de Dios con el pueblo reunido. (8:9-12)
Esta tarea requirió de Esdras mucha preparación y varias
habilidades. Tenía que conocer el texto del Libro de la Ley. Para leerlo,
necesitaba el poder leer y entender la lengua hebrea, una lengua prácticamente
muerta en ese entonces. Tenía que conocer la lengua y los modismos actuales de
su pueblo. Necesitaba conocer su procedencia y tener una visión de su futuro ya
de regreso en el lugar que el Señor había mostrado a sus ancestros. Y por encima de todo esto tenía que conocer al
Dios que les había convocado y bendecido con su palabra.
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