martes, 6 de octubre de 2015

Política, religión y mucha confusión




En los Estados Unidos de América es difícil no hablar de la política y la religión. Por razones históricas y culturales son temas entretejidos en la fábrica de la nación de una manera quizás única entre los pueblos de la tierra. Es bastante difícil tratar de separarlos aunque eso también se pide en un estado sin culto oficial. Somos una sociedad muy religiosa—comparada con otras sociedades— pero a veces muy confundida en lo que creemos.  
Foto del papa Francisco
cortesía del gobierno de Argentina

El resultado es que los políticos se sienten obligados a exponer su teología públicamente y los religiosos caen en la trampa de predicar política en lugar de la fe que profesan. Corren mucho riesgo de ser malentendidos los líderes religiosos al dar un mensaje de fe al público en general como hizo el papa Francisco durante su visita a los Estados Unidos.
Aún siendo anglicano y reconociendo que el Vaticano es un estado con su propia política, respeto a Francisco por ser un líder religioso y cristiano sincero en el escenario mundial. Creo que su mensaje a nuestra sociedad causó confusión entre muchas personas porque lo oyeron con el filtro de política y no por lo que es, el mensaje de la fe y sus implicaciones para la vida humana.
Con su predicación del valor de la vida humana Francisco provocó alegría y consternación a la derecha y a la izquierda de un modo parecido a lo que hizo el Señor Jesucristo durante su ministerio.  Cristo no fue ningún político y creo que Francisco tampoco lo es. El Señor dijo, Mi reino no es de este mundo (S. Juan 18:36). Sin embargo los poderes de su tiempo lo interpretaron políticamente y por eso lo crucificaron.  O quizás sólo pasó que cuando escucharon el mensaje de Dios se dieron cuenta que si era la verdad, sus vidas tendrían que cambiarse dramáticamente y se enfurecieron y querían matar al mensajero.
Fuera como fuera la situación en aquel entonces y sea como sea hoy, hay que orar por las personas, como el papa, que se atrevan a proclamar el evangelio de Cristo en medio de un mundo que parece tener todo al revés, pues eso es ser verdaderamente profético.

No nos pregonamos a nosotros mismos, sino que proclamamos a Cristo Jesús como Señor; y nosotros somos servidores de ustedes por Jesús. (2 Corintios 4:5)

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