martes, 14 de julio de 2015

La Elección y Predestinación

¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo!, quien por medio de Cristo nos bendijo con toda clase de bendiciones espirituales del cielo.  Por él, antes de la creación del mundo, nos eligió para que por el amor fuéramos consagrados e irreprochables en su presencia. Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo conforme al beneplácito de su voluntad para alabanza de la gloriosa gracia que nos otorgó por medio de su Hijo muy querido. (Efesios 1:3-5)

 

Este domingo hice algo radical—Prediqué sobre la doctrina de Elección y Predestinación. No es un tema predilecto entre los anglicanos. Nadie la quiere tocar porque tal predicación ha tendido a crear confusiones y provocar discusiones infructíferas, totalmente lo opuesto a  lo que la predicación debe hacer. Predicamos para edificar a los miembros del pueblo de Dios.  

 El problema con evitar hablar de la predestinación es que la Biblia nos habla de ella y la iglesia anglicana, siguiendo el ejemplo de sus mejores maestros y santos, ha confesado la verdad de la misma por querer ser fiel a las Sagradas Escrituras.  ¿Qué nos ha dicho?

 

El artículo XVII De la predestinación y elección*, el más largo de los 39 Artículos, enseña los siguientes puntos claves:
  1. La predestinación de los cristianos es el eterno propósito de Dios, realizada por su voluntad.
  2. La elección es un misterio; nosotros no podemos saber desde afuera con ciencia cierta quién se salvará y quién no.
  3.  La salvación inicia, continúa y se lleva a cabo por el Espíritu Santo que nos imparte la gracia de Dios.
  4. Los que reciben la gracia de Dios responden con gratitud y buenas obras.
  5. La gracia de Dios y el don del Espíritu Santo dan consuelo y aumentan la fe de los creyentes, pero la ausencia de la gracia confirma el pecado en los no creyentes.
  6. Por ser la elección un misterio divino la Iglesia debe obedecer las instrucciones de la voluntad divina expresada en su Palabra; es decir que debe predicar el arrepentimiento y la fe en Jesucristo a todos los seres humanos para que se conviertan a él y se salven, pues todo el  que invoque el nombre del Señor se salvará (Rom. 10:13).  


Para mí lo importante de la predestinación, tal como la enseñan San Pablo, San Agustín y Santo Tomás de Aquino, es que enfatiza que no nos salvamos por nuestra propia iniciativa, sino que nuestra salvación es un regalo, un don, no merecido por nada que hayamos hecho.  Es decir que la salvación es el producto del amor divino hacia nosotros mostrado en la Cruz y Resurrección de Jesucristo.




 Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó. (Romanos 8:28-30)

 

*Libro de Oración Común en español, página 765.

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