genealogía hebrea |
Tenía Jesús, al
comenzar, unos treinta años, y era según se creía hijo de José, hijo de Helí, hijo
de Mattat, hijo de Leví, hijo de Melkí, hijo de Jannái, hijo de José, hijo de
Mattatías, hijo de Amós, hijo de Naúm, hijo de Eslí, hijo de Nangay, hijo de
Maaz, hijo de Mattatías, hijo de Semeín, hijo de Josec, hijo de Jodá, hijo de
Joanán, hijo de Resá, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Nerí, hijo
de Melkí, hijo de Addí, hijo de Cosam, hijo de Elmadam, hijo de Er, hijo de
Jesús, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Mattat, hijo de Leví, hijo de
Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonam, hijo de Eliaquim, hijo de
Meleá, hijo de Menná, hijo de Mattatá, hijo de Natán, hijo de David, hijo de
Jesé, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Sala, hijo de Naassón, hijo de
Aminadab, hijo de Admín, hijo de Arní, hijo de Esrom, hijo de Fares, hijo de
Judá, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Tara, hijo de
Najor, hijo de Serug, hijo de Ragáu, hijo de Fálek, hijo de Eber, hijo de Sala,
hijo de Cainam, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lámek, hijo
de Matusalén, hijo de Henoc, hijo de Járet, hijo de Maleleel, hijo de Cainam, hijo de Enós, hijo de
Set, hijo de Adam, hijo de Dios. (S. Lucas 3:23-38)
Pienso que todos hemos pasado por lo mismo. Melkí engendró a Addí y Addí engendró a Cosam…
y así por varias generaciones. Todos
conocemos aquel momento cuando ya son demasiados nombres seguidos y casi nos
dormimos. No obstante cuando leemos estos textos, descubrimos que las genealogías
tienen algún sentido porque nos llevan a algo. Por ejemplo, San Lucas nos
cuenta el linaje desde Adán hasta el Señor Jesucristo y de alguna manera confirma
la auténtica humanidad del Salvador, un punto muy importante en la teología
cristiana.
Sin embargo mi última experiencia de leer nombre tras nombre no fue con la
Biblia, sino con mi propia historia familiar. Hace poco visité la montaña donde
mis familiares vivieron casi trescientos años. Por ser de los primeros
habitantes de la zona todavía existe documentación sobre sus vidas. Algunos eran rudos, muchos eran longevos y
parece que todos eran fuertes. Parecido
a lo que vemos en la Biblia, compraban y vendían tierras, iban a la guerra y
volvían a sus familias, trabajaban para ganar el pan de cada día, vivían y
morían. Sencillamente es la experiencia del ser humano repetida tras las generaciones desde la antigüedad
hasta el tiempo presente. No creo que esta historia tenga tanta
importancia para la humanidad como la de los hijos de Abrahán o de los
ancestros de Cristo, pero a mí, sí, me importa porque esta historia llega a mí
y me toca escribir la siguiente página.
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