Hoy celebramos la Fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con ellos
la apostolicidad de la Iglesia, pues al leer los Hechos de los Apóstoles
cualquiera descubre que estos dos apóstoles eran—y por sus contribuciones al Nuevo
Testamento todavía son—los pilares principales de la naciente Iglesia cristiana.
Poco a poco, el libro de Hechos va enfocándose más y más en las obras de Pedro
y Pablo, dejando a un lado los otros apóstoles y culminado con la llegada de
Pablo a Roma. Aunque Hechos no cuenta de
sus martirios, las tradiciones más antiguas y confiables vinculan la muerte de
los dos a la ciudad imperial durante el reinado de Nerón (circa 64-67 d.C.) y desde
el primer siglo la tradición eclesiástica siempre los ha conmemorado juntos.
Dios omnipotente, cuyos
benditos apóstoles Pedro y Pablo te glorificaron con su
martirio: Concede que tu Iglesia,instruida por su enseñanza y
ejemplo, y entrelazada enunidad por tu Espíritu,
permanezca siempre firme sobre el único cimiento, que es
Jesucristo nuestro Señor; que vive y reina contigo, en la unidad
del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre.
Amén. (LOC 158)
Las Lecturas para San Pedro
y San Pablo son Ezequiel 34:11-16; Salmo 87; 2 Timoteo 4:1-8; San Juan
21:15-19.
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