Por eso siendo justificados
por fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Romanos
5:1).
Todos queremos tener paz en nuestras vidas. Buscamos la paz y el
bienestar a través del empleo, del dinero y de las diversiones de todo tipo.
Sin embargo lo único que nos puede proveer la paz es la fe en Jesucristo. Cristo obtuvo paz por nosotros en la cruz
mientras todavía éramos sus enemigos y
nos reconcilió consigo mismo por el amor que nos tiene. Nadie más ha hecho eso por la humanidad y por
eso cualquier otro ofrecimiento de la paz es una estafa, una mentira o un
autoengaño.
Como le dijo el Señor Jesús a la samaritana, si sólo nos diéramos cuenta de
lo que Dios quiere darnos, le pediríamos que nos diera esa paz tan deseada y
tan necesaria (S. Juan 4:10). Nadie más es capaz de darnos la paz genuina, pues
sólo Cristo, siendo el único Salvador, nos ofrece verdadero consuelo para nuestras almas.
Las lecturas para el Tercer
Domingo en Cuaresma so Éxodo 17:1-7; Salmo 95; Romanos 5:1-11; San Juan 4:5-42.
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