Cristo enseñó que
todos debemos nacer de nuevo para entrar en el reino de Dios, y explicó que es
necesario nacer del agua y del Espíritu. Desde la antigüedad los cristianos
hemos leído este pasaje como un discurso sobre el sacramento de Bautismo. Algo
que no deberíamos perder de vista es que, igual como no elegimos entrar al
mundo por el vientre de nuestras madres sino que recibimos el nacimiento físico
como un regalo, el nacimiento nuevo por el Espíritu Santo es un regalo de Dios
Padre, del cual podemos servir de vehículos y partícipes pero que no podemos
controlar. El Espíritu (como el viento)
se mueve adonde quiere (véase Jn.3:8). Nacemos de nuevo cuando el Espíritu
toque nuestros corazones y confiemos en el Dios y Padre del Señor Jesucristo.
Las Lecturas para
el Segundo Domingo en Cuaresma son Génesis 12:1-4ª; Salmo 121; Romanos 4:1-5,
13-17; San Juan 3:1-17.
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