martes, 24 de enero de 2017

Reflexión bíblica para la Tercera Semana después de Epifanía


Les ruego, hermanos, en nombre de Cristo Jesús, nuestro Señor, que se pongan todos de acuerdo y terminen con las divisiones; que encuentren un mismo modo de pensar y los mismos criterios. (1 Corintios 1:10)

Las lecturas de esta semana nos instan a buscar y preservar la unidad de la Iglesia. Escribiendo a los corintios, el apóstol Pablo critica fuertemente a la tendencia humana de dividirse en grupos y círculos de influencia y de buscar perfilarse entre los papales de liderazgo.  La Iglesia no es ni de Pablo, ni de Juan, ni de Apolo. Es de Cristo  y la Iglesia de Cristo debe ser una porque Cristo, la cabeza de la Iglesia,  es uno.  Esta unidad esencial debe ser un motor dinámico para realizar la misión común que el Señor nos ha dado. Tal misión es invitar la humanidad a Cristo, o para usar las palabras del Señor, ser “pescadores de hombres”.

Las Lecturas son Isaías 9:1-4; Salmo 27:1, 5-13; 1 Corintios 1:10-18; San Mateo 4:12-23.

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