Primer Domingo después de la Epifanía: El Bautismo del Señor
Las lecturas para el Bautismo del Señor realzan lo importante que fue el
bautismo para el ministerio de Cristo. Su actividad pública inició con el día
de su bautismo, el día en que Juan y los otros testigos vieron cómo la promesa
de Isaías se cumplió delante de sus ojos. Vieron que el Espíritu de Dios descendió
y ungió a Jesús, el Siervo del Señor, como Mesías e Hijo amado. Jesucristo
salió de las aguas del bautismo para proclamar el Reino de Dios y la conversión
de los corazones.
De una manera muy parecida, aunque en menor escala, lo mismo pasa con
nosotros (o debería pasar con nosotros) cuando somos bautizados. En el
sacramento del Santo Bautismo, Dios Padre nos llama, Espíritu Santo nos nombra
hijos de Dios por adopción y gracia y nos convertimos en miembros del Cuerpo de
Cristo. Nuestro bautismo es un acto de la Santísima Trinidad. También en
nuestro bautismo iniciamos nuestra misión y nuestro ministerio, haciendo el
compromiso de servir a Dios en la proclamación de las Buenas Nuevas de Cristo y
en el amor al prójimo. Por eso, en la Iglesia hablamos del ministerio de los
bautizados. Todos los cristianos somos siervos de Dios llamados al servicio de
los demás, a la reconciliación y a la proclamación del Reino divino.
Las lecturas para el 1er Domingo después de Epifanía son: Isaías 42:1-9;
Salmo 29; Hechos 10:34-43; San Mateo 3:13-17.
Padre celestial, que en el bautismo de Jesús en el Río Jordán, le
proclamaste tu Hijo amado y le ungiste con el Espíritu Santo: Concede que todos
los que son bautizados en su Nombre, guarden el pacto que han hecho, y
valerosamente le confiesen como Señor y Salvador; quien contigo y el Espíritu
Santo vive y reina, un solo Dios, en gloria eterna. Amén.
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