Teléfonos y ovejas
Un aspecto notorio del ministerio sacerdotal
es el fluctuante nivel de actividad. Por tiempos todo está tranquilo. Incluso a
veces se puede aburrir de la monotonía
de las rutinas semanales. Nadie llama. Nadie visita a la iglesia durante todo
un día. Todo queda silencioso. Y ¡Puf!
Ya todo cambia. El teléfono suena y suena toda la mañana. Tres, cuatro o más personas llegan a la
oficina. La iglesia se convierte en una pequeña versión de Times Square y no
hay tiempo para aburrirse. ¡Gracias a
Dios! Mientras tanto, todo en lo
estaba pesando sigue con su percolación mental, pues tras las visitas y
llamadas pienso en el tema que estoy preparando para un retiro que viene—ovejas.
¡Buenas noticias!--Acabamos de sobrepasar 5000 visitas a "El Cura de Dos Mundos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario