jueves, 18 de febrero de 2016

Sobre la tentación


Sobre la tentación
En Norteamérica la gente habla de la tentación de comer chocolate. La idea es que comerse un dulce o un pastel es bueno.   ¿Quién quiere privarse de lo bueno?  Entonces, nuestro discurso sobre la tentación resulta ser más broma que tema serio. Y la verdad es que me parece que ya no sabemos qué pensar sobre la tentación.  Bromeamos porque no sabemos hablar en serio. No sabemos reconocer la tentación en nuestras vidas y mucho menos nos preparamos para enfrentarla.  (De hecho no me acuerdo de escuchar sermones o recibir alguna catequesis sobre la tentación en mis años formativos.)  El resultado es que cuando la tentación se presenta delante de nuestros ojos, no nos damos cuenta.  Si no nos damos cuenta ¿cómo vamos a resistir?
La tentación viene de muchas formas. Siempre se nos puede ocurrir violar alguno de los mandamientos de la segunda tabla de la Ley—Honra a tu padre y a tu madre, no asesinarás, no robarás, no cometerás adulterio, no codiciarás. Todos sabemos que debemos portarnos bien porque queremos que los demás se porten bien con nosotros. Pero más graves son las tentaciones contra la primera tabla de la Ley.  Hoy día parece que estamos tentados como nunca a violar estos mandamientos que fundamentan la primacía de Dios en nuestra vida.  He aquí la raíz de todo pecado, pues todos los pecados se derivan de no darle a Dios el primer lugar. Todos nuestros pecados por lo tanto son una clase de la idolatría y tienen su base en nuestro orgullo (sea personal o del grupo). Eso es lo que debemos resistir con ganas y es fácil rendirse.
El problema es darse cuenta de esta tentación. Parece obvio pero siempre estamos dispuestos a  poner  a cualquier cosa en el lugar de Dios. Es lo más fácil:  Sólo es por un rato. Mañana oro. Mañana leo la Biblia. Cuando tengo más tiempo voy a congregarme. Hoy hace frío. Hoy calor, etcétera, etcétera.  Pero Dios nos llama ahora porque hoy es el día de salvación (Isaías 48:9; 2 Corintios 6:2).  Hoy nos llama a seguir a Jesucristo. Hoy nos llama a llevar nuestra cruz. Hoy nos llama a amar a Dios sobre todas las cosas. Pues, de mañana no tenemos garantías.
Que esta cuaresma nos sirva para resistir la tentación de poner para mañana lo que Dios nos pide hoy.

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