miércoles, 30 de mayo de 2018

Reflexión Bíblica para la Primera Semana después de Pentecostés: Santísima Trinidad

Sanctus, Sanctus, Sanctus 
Para muchos predicadores el dogma de la Santísima Trinidad se convierte en un campo de minas explosivas que atenta contra toda su capacidad de enseñar, pues cualquiera que quiera simplificar las relaciones entre las Tres Divinas Personas terminará comunicando alguna de las antiguas herejías y rechazadas por los fieles. Por eso es tan importante usar los credos de la Iglesia a la hora de catequizar. 

Cuando hablo de la Trinidad, prefiero enfatizar las maneras en que Dios revela su carácter trinitario. La lectura de Isaías 6 nos provee un ejemplo: Con rostro velado los querubines adoran al Señor cantando ¡Santo!¡Santo!¡Santo! Algunos dirán que este ejemplo no comprueba la doctrina de que Dios es Uno y Tres a la vez; sin embargo, el canto celestial nos deja ver que algo de la naturaleza divina sobrepasa un carácter puramente singular. Es una pauta, una pista, de lo que se va esclareciendo sobre el curso de la historia sagrada.

Siguiendo el patrón de San Agustín de Hipona, el teólogo reformado John Frame ha elaborado un listado enorme de ejemplos de estos tríos divinos encontrados en las Sagradas Escrituras, la tradición teológica y en el naturaleza del universo en su tomo The Doctrine of God (esp. La doctrina de Dios). Vale la pena explorar estudios como el de Frame para entender el concepto de la Trinidad.

Las lecturas para el Domingo de la Santísima Trinidad son Isaías 6:1-8; El Cántico de Alabanza, Romanos 8:12-17; San Juan 3:1-17.

jueves, 24 de mayo de 2018

“Leer para predicar”

La tesis que propone Cornelius Plantinga en su libro Reading for Preaching: The Preacher in Conversation with Storytellers, Biographers, Poets and Jouralists ("Leer para predicar: el predicador en conversación con narradores, biógrafos, poetas y periodistas") es que los predicadores debemos leer toda clase de literatura para predicar más eficazmente. Género por género, el autor cuenta sus experiencias de descubrimiento y crecimiento a través de la lectura amplia y extendida de las grandes obras literarias, como es de suponer, y de cosas menos esperadas como las biografías de personajes grandes y pequeños y las investigaciones periodísticas de los temas críticos de nuestra época. Se nota que en adición de ser un teólogo sistemático y presidente universitario es un lector voraz.

Estoy de acuerdo con Plantinga en las razones que nos propone por qué los que predicamos también debemos leer:
  1. Leer es un deleite. La lectura es uno de los pocos placeres en que no sólo se beneficia el que lo disfrute, sino que se benefician los que están relación con él.
  2. Leer mejora nuestro uso del idioma. Al leer buena literatura, el lector se expone al bueno uso del vocabulario y de las expresiones. Se aprende lo que “suena bien” y lo que “suena mal” e inconscientemente va asimilando e imitando lo que lee.
  3. Leer extiende nuestros horizontes. Por la lectura podemos conocer los hombres y mujeres del pasado y podemos explorar lugares y culturas lejanas. De algún modo empezamos a comprender más las experiencias de otras personas y desarrollar el aprecio y la empatía por los cuya vida es distinta a la nuestra.
  4. Leer nos aumenta la sabiduría. Todos tenemos que crecer; todos tenemos que aprender. A través de la lectura y la reflexión sobre lo que leemos crecemos en sabiduría. Poco a poco, semana a semana, mes a mes, año a año, el lector perspicaz va distinguiendo entre el bien y el mal, lo que funciona y lo que no funciona. Eventualmente se convierte en algo parecido al maestro que el Señor Jesús describió:—Cuando un maestro de la ley se instruye acerca del reino de los cielos, se parece al dueño de una casa, que de lo que tiene guardado sabe sacar cosas nuevas y cosas viejas. (S. Mateo 19:52).

Si quiere predicar, por favor, dedíquese a leer y a leer mucho.

Durante estos días de témporas, oremos todos por los ministros de la Iglesia, especialmente los predicadores.


martes, 22 de mayo de 2018

Reflexión Bíblica para la Semana de Pentecostés (2018)

Envías tu Espíritu y son creados y así renuevas la faz de la tierra. (Salmo 104:30)

El relato de lo que ocurrió cuando los apóstoles recibieron el Espíritu Santo describe una serie de fenómenos intrigantes, tanto para el lector de hoy como para los que presenciaron el evento: Un ruido, un viento huracanado, las voces galileas que simbólicamente hablaban las lenguas del mundo y la valentía los hasta entonces cobardes seguidores de Jesús.

¿Qué pasa? ¿Estarán borrachos con vino nuevo? Todo exige una explicación. Pedro no dudó en proveerlo. Hombres de Judea y habitantes de Jerusalén, que sepan... Era el cumplimiento de lo prometido por los profetas y por el Señor Jesús. Esto era la venida del Espíritu Santo, enviado por el Jesús tal como él había anunciado antes de su Ascensión al cielo: Yo se lo enviaré...Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda verdad. Dios estaba haciendo algo nuevo y chocante. Jesús sufrió la crueldad de los impíos, pero el Padre lo vindicó y lo exaltó para mostrar la verdad de su Palabra, y para dar poder a sus discípulos para anunciar su mensaje al mundo entero, envió al Espíritu renovador.
Pentecostés, Jean II Restout, 1732

Las lecturas para la Fiesta de Pentecostés (2018) son Hechos 2:1-21 o Ezequiel 37:1-14; Salmo 104:25-35,37; Romanos 8:22-27 o Hechos 2:1-21; San Juan 15:26-27, 16:4b-15.

martes, 15 de mayo de 2018

Reflexión Bíblica para la Séptima Semana de Pascua (Domingo de Ascensión)

Hasta hace pocos años la Iglesia separaba el tiempo entre la Ascensión y el Día de Pentecostés de la temporada pascual, creando así la “estación de Ascensión”. Marcaba una diferencia de tono al acordarse de esos días en que la Iglesia apostólica se reunía en oración y expectativa de la venida del Espíritu Santo. Durante este periodo litúrgico los cristianos de siglos anteriores también reflexionaban mucho sobre uno de los papeles principales de Cristo: Mediador e Intercesor.

Christus, Thorvaldsen, 1821
El texto de Juan 17 leído este domingo revela que Jesús anticipa su rol de intercesor antes de la Ascensión. Jesús ofrece al Padre su “Oración Sacerdotal” en la noche antes de su muerte, pidiéndole que santifique y custodie a sus discípulos. Suplica para seamos consagrados en la verdad de su palabra porque la palabra de Dios es la verdad.

Juan no es el único que nos enseña sobre este aspecto del ministerio de Cristo: La primera mitad de la carta a los Hebreos parece ser una meditación extendida sobre Cristo Sumo Sacerdote e Intercesor en el santuario celestial, en el cual con gritos y súplicas está delante del trono del Padre intercediendo a favor del pueblo de Dios. San Pablo también nos recuerda que Cristo es “el único mediador entre Dios y los hombres”.

A veces por concentrarnos tanto en su papel de Juez y por las desviaciones de la religiosidad popular, que a menudo quiere proponernos otros mediadores, perdemos de vista que en todo momento Cristo nuestro Abogado está intercediendo al Padre por nosotros para que recibamos la plenitud de vida.

Las lecturas para el Séptimo Domingo de Pascua (2018) son Hechos 1:15-17,21-26; Salmo 1; 1 Juan 5:9-13; San Juan 17:6-19.

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jueves, 10 de mayo de 2018

Hoy es la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo.



Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas.
Tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. --Salmo 47:5,6
File:Pietro Perugino cat48c.jpg
La Ascensión del Señor, Pietro Perugino (1448-1523)
"¡Aleluya! Prez a Cristo"
(Himno anglicano tradicional para la fiesta de la Ascensión)
¡Aleluya! prez a Cristo, poderoso Salvador;
¡Aleluya! la Victoria por sí solo conquistó;
Esuchad la alabanzas que le entonan en Sión;
Jesucristo, con su sangre, a los hombres redimió.
¡Aleluya! no temamos que Jesús está con nos;
¡Aleluya! tal creencia, firme esté en el corazón;
Recordemos la promesa que aquel Jueves de Ascensión
Él les hizo a los suyos: Siempre yo estaré con vos.
¡Aleluya! pan del cielo, alimento nuestro aquí;
¡Aleluya! gran refugio del que ansía ser feliz;
Intercede por nosotros en el cielo de zafir,
Sé de todos bendecido ¡oh divino Redentor!
¡Aleluya! rey eterno, y de todos el Señor;
¡Aleluya! de María Hijo y del Padre Dios.
Nuestro sumo sacerdote a los cielos ascendió;
Es la víctima y el preste en la Santa Comunión.

Las Lecturas para la Fiesta de la Ascensión son Hechos 1:1-11; Salmo 93 ó 47; Efesios 1:15-23; San Lucas 24:44-53.



martes, 8 de mayo de 2018

Reflexión Bíblica para la Sexta Semana de Pascua (Domingo de Rogativas) 2018

Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Esto, pues, es lo que les mando: Que se amen unos a otros.(S. Juan 15:16,17)

Cortesía: "Sten"
La palabra “rogativas” se trata de oración y en específico se trata de suplicar, o rogar, al Señor por las necesidades de la humanidad. Durante la eucaristía del Sexto Domingo de Pascua siempre escuchamos una u otra de las lecturas en que el Señor nos invita a pedir al Padre en su nombre, y de esta práctica surgió la tradición de cantar o recitar las letanías, con su refrán “Te rogamos, Señor”, en los días de esta semana.

Algo que podemos observar de la lectura de San Juan es cómo Jesús vincula la oración y el fruto de la vida cristiana con el mandamiento de amar. La implicación de sus palabras es que sin el amor no podemos orar debidamente, y si no oramos debidamente, no podemos producir ningún fruto duradero. Si amamos, oraremos bien y nuestras vidas producirán mucho fruto permanente en que Dios se complacerá.

Sin el amor que obedece y honra al Padre, estamos laborando sólo con nuestros talentos y habilidades naturales. Éstos producirán efectos, pero serán efímeros y pasajeros por faltar el elemento esencial de la espiritualidad cristiana—el amor al prójimo.

Las lecturas para el Sexto Domingo de Pascua (Domingo de Rogativas) 2018 son Hechos 10:44-48; Salmo 98; 1 San Juan 5:1-6; San Juan 15:9-17.