Sanctus, Sanctus, Sanctus
Para muchos predicadores
el dogma de la Santísima Trinidad se convierte en un campo de minas
explosivas que atenta contra toda su capacidad de enseñar, pues cualquiera que quiera simplificar las relaciones entre las Tres
Divinas Personas terminará comunicando alguna de las antiguas
herejías y rechazadas por los fieles. Por eso es tan importante usar los credos de la Iglesia a la hora de catequizar.
Cuando hablo de la Trinidad, prefiero
enfatizar las maneras en que Dios revela su carácter trinitario. La
lectura de Isaías 6 nos provee un ejemplo: Con rostro velado los
querubines adoran al Señor cantando ¡Santo!¡Santo!¡Santo!
Algunos dirán que este ejemplo no comprueba la doctrina de que Dios es
Uno y Tres a la vez; sin embargo, el canto celestial nos deja ver que
algo de la naturaleza divina sobrepasa un carácter puramente
singular. Es una pauta, una pista, de lo que se va esclareciendo
sobre el curso de la historia sagrada.
Siguiendo
el patrón de San Agustín de Hipona, el teólogo reformado John
Frame ha elaborado un listado enorme de ejemplos de estos tríos
divinos encontrados en las Sagradas Escrituras, la tradición
teológica y en el naturaleza del universo en su tomo The
Doctrine of God (esp. La
doctrina de Dios). Vale la pena explorar estudios como el de Frame para entender el concepto de la Trinidad.
Las
lecturas para el Domingo de la Santísima Trinidad son Isaías 6:1-8;
El Cántico de Alabanza, Romanos 8:12-17; San Juan 3:1-17.
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