miércoles, 26 de septiembre de 2018

Reflexión Bíblica para la 18ª Semana después de Pentecostés (2018)

Llegaron a la ciudad de Cafarnaúm. Cuando ya estaban en casa, Jesús les preguntó: ¿Qué venían discutiendo ustedes por el camino? Pero se quedaron callados, porque en el camino habían discutido quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos. (Marcos 9:33-35 DHH)

Parece que todos queremos ser grandes (y cada vez más grandes) y que queremos tener más cosas que sean más grandes. Queremos ser los primeros, los mejores y los más diestros. No solo es un eslogan político; es un estilo de vida y de pensamiento que de una u otra manera afecta toda nuestra sociedad. El problema es que malentendemos la grandeza.

El evangelio de esta semana nos enseña sobre la verdadera grandeza.

En el texto de S. Marcos leemos que los discípulos discutían sobre quién era el más importante. Podemos imaginarnos el diálogo inútil: ¡Es que soy yo!...No, hermano, aquí el grande soy yo...¡Cállense muchachos! Es que mando yo. Sabemos que su conversación no fue nada edificante, pues se apenaron cuando el Señor les preguntó de qué se trataba la discusión. 

Gracias a Dios, Jesús les aclaró de una vez que la grandeza no se trata de quién manda más o de quién se cree el más importante o de quién sale más en las fotos, sino que se trata de quién sirve más. Los más grandes son los que sirven, los que se ensucian las manos para atender a sus hermanos. Cualquier otra noción de grandeza es una vanidad ilusoria.

Las lecturas para el 18º Domingo después de Pentecostés (2018) son Proverbios 31:10-31; Salmo 1; Santiago 3:13-4:3,7-8a; San Marcos 9:30-37.

No hay comentarios:

Publicar un comentario