
Estoy
de acuerdo con Plantinga en las razones que nos propone por qué los
que predicamos también debemos leer:
- Leer es un deleite. La lectura es uno de los pocos placeres en que no sólo se beneficia el que lo disfrute, sino que se benefician los que están relación con él.
- Leer mejora nuestro uso del idioma. Al leer buena literatura, el lector se expone al bueno uso del vocabulario y de las expresiones. Se aprende lo que “suena bien” y lo que “suena mal” e inconscientemente va asimilando e imitando lo que lee.
- Leer extiende nuestros horizontes. Por la lectura podemos conocer los hombres y mujeres del pasado y podemos explorar lugares y culturas lejanas. De algún modo empezamos a comprender más las experiencias de otras personas y desarrollar el aprecio y la empatía por los cuya vida es distinta a la nuestra.
- Leer nos aumenta la sabiduría. Todos tenemos que crecer; todos tenemos que aprender. A través de la lectura y la reflexión sobre lo que leemos crecemos en sabiduría. Poco a poco, semana a semana, mes a mes, año a año, el lector perspicaz va distinguiendo entre el bien y el mal, lo que funciona y lo que no funciona. Eventualmente se convierte en algo parecido al maestro que el Señor Jesús describió:—Cuando un maestro de la ley se instruye acerca del reino de los cielos, se parece al dueño de una casa, que de lo que tiene guardado sabe sacar cosas nuevas y cosas viejas. (S. Mateo 19:52).
Si
quiere predicar, por favor, dedíquese a leer y a leer mucho.
Durante estos días
de témporas, oremos todos por los ministros de la Iglesia,
especialmente los predicadores.
Muy interesante, la lectura transforma y afecta positivamente nuestro enterno.
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