Yo soy la vida, vosotros los pámpanos... separados de mí, no podéis hacer nada |
Cuando el Señor dijo “Yo soy la vida y vosotros los pámpanos” dejó el
mensaje claro que no podemos vivir, mucho menos ser fructíferos, aparte de
él. Es una lección importantísima que
se aplica a la vida de la iglesia y a la teología también. Sin embargo muchas veces
parece ser la lección que menos queremos aprender.
Es fácil enredarse en los temas y controversias del día y uno observa mucha
confusión. Pero bastantes veces es una confusión innecesaria (incluso necia)
a causa de nuestra ignorancia de las raíces de la fe. Anglican comprehensiveness (inclusividad
anglicana) casi siempre es la excusa que proferimos para encubrir cualquier idiosincrasia
y la falta de conocimiento de las raíces de nuestra fe.
No obstante, la verdad es que no tenemos excusa, pues para nosotros los anglicanos no hay ningún misterio
sobre nuestras raíces teológicas: Dios encarnado en Jesucristo es la raíz de
nuestra fe. El mensaje de Cristo se nos
trasmite en las Sagradas Escrituras que son la Palabra de Dios escrita. La interpretación
de estas Escrituras, en cuanto a lo esencial, se nos explica en las enseñanzas de los
credos, los concilios y los teólogos de
la antigüedad cristiana de la manera en que llega a nosotros a través del síntesis de
reforma inglesa (entiéndase aquí el Libro de Oración Común y los Artículos de Religión). Esto es el anglicanismo
tal como lo describe el obispo y teólogo Lancelot Andrewes: Tenemos una
Biblia que Dios mismo hizo escribirse, dos Testamentos, tres Credos, cuatro
Concilios Generales, cinco siglos con los Padres de ese período—los tres siglos
antes y dos después de Constantino—que determinan los límites de nuestra fe. No
son límites arbitrarios sino el consenso de la Iglesia cristiana antes de sus lamentables
divisiones. Son lo que todos los cristianos tenemos (o deberíamos tener) en
común.
"Una Biblia,
Dos Testamentos,
Tres Credos,
Cuatro Concilios,
Cinco Siglos..."
Por tanto, en los asuntos teológicos podemos hacer
las siguientes preguntas: ¿Qué dicen las Sagradas Escrituras? ¿Qué dicen los
Credos y los Concilios? Y ¿Qué dicen los grandes teólogos? ¿Qué dicen los
Artículos de fe? De esta manera evitamos cortarnos de las raíces, porque, como
lo dijo Cristo, separados de mí no podéis
hacer nada.
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