martes, 26 de mayo de 2015

El Espíritu Santo y la conversión


Entonces Jesús  les abrió la mente para que entendieran las Escrituras.  Les dijo: "Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan. (San Lucas 24:45-47)

 Al llegar a Pentecostés escuchamos de la venida del Espíritu Santo que Cristo prometió enviar a su Iglesia con el fin de capacitarla para la misión de evangelizar al mundo entero.   La Buena Noticia es que Dios nos limpia de todo pecado tras arrepentirnos y convertirnos a él por medio de la gracia de su Hijo Jesucristo.  Este mensaje es para los habitants de todas las naciones. No hay nadie excluido. Todos debemos arrepentirnos y convertirnos a Dios. Todos. El momento en que decidimos que alguna persona o algún grupo de personas no requiere el arrepentimiento  es el momento en que falsificamos el evangelio de Cristo.  Todos estamos llamados a dejar el pecado y a seguir al Señor.
Veo que es difícil y que la conversión parece ser un largo proceso. Sin embargo, tampoco estamos solos porque  también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad (Rom.8:26). El Espíritu Santo nos permite permanecer en Cristo mientras esperamos la plenitud de nuestra salvación y la renovación de la creación de Dios, comenzando con nuestros corazones.

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