Uno pensaría que ser sacerdote implica saber todo lo que hay que impartir para la cátequesis antes de la confirmación y cómo impartirlo. Pero (aunque he escrito textos para ese fin) siempre lo siento como un reto. Pienso, programo, reflexiono...pienso de nuevo... y después doy las clases.
En cada clase, trato de hacerles reflexionar sobre su fe. Los temas son los de siempre--el Padre Nuestro, los Mandamientos, los Sacramentos, la Biblia y el Credo, la Iglesia, y el Discipulado. Aquí no existe ninguna novedad. (Pues en estos temas hasta Martín Lutero y Pío V estaban de acuerdo.) Son los bloques fundamentales de la formación espiritual. Con ellos se puede construir a una catedral o un gran templo para Dios en el corazón. Sin ellos, la fe se queda en el vaivén de las emociones y de los tiempos. Me hace pensar en lo que dijo San Pablo:
Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que aparecerá con fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. (1 Corintios 3:10-14)
Yo les puedo dar el cimiento y los bloques. Ellos tendrán que construir...
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