jueves, 2 de agosto de 2018

Reflexión Bíblica para la Décima Semana después de Pentecostés (2018)


Retrato imaginario de Fernando II de León
por Isidoro Lozano, 1850
Sin duda el rey David se encuentra entre los personajes más importantes y atractivos de la Biblia: valiente en la batalla, consolador del rey Saúl, amigo, poeta, músico y gobernante sagaz, pero cuando lo vemos luego en el capítulo 11 de 2 Samuel, se ve repugnante e impulsivo con comportamiento adultero y asesino. ¿Por qué la Biblia nos cuenta esta terrible historia de David y Betsabé?

Supongo que hay varias razones por las cuales Dios inspiró al hagiógrafo a escribir esta historia, pero quiero resaltar solo una: Aparte de querer ser fiel a los hechos, el Señor quiso enseñarnos que todos, incluso los más grandes e importantes, somos pecadores. Como dice el salmo: Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (Salmo 14:3). Todos hemos fallado y nos vemos con la obligación de buscar el perdón. Si ni siquiera David, un rey ungido por Dios, se escapó del pecado, no debemos engañarnos pensando que seremos ilesos de la infección de la maldad. Si David tenía de arrepentirse, nosotros también tenemos que arrepentirnos y volver al Señor. Quizás nos ayude acordarnos de nuestras promesas bautismales:  ¿Perseverarás en resistir al mal, y cuando caigas en pecado, te arrepentirás y te volverás al Señor? 
Así lo haré, con el auxilio de Dios. (LOC 225)

Las lecturas para el Décimo Domingo después de Pentecostés son 2 Samuel 11:1-15; Salmo 14; Efesios 3:14-21; San Juan 6:1-21.

No hay comentarios:

Publicar un comentario