...pues decían que se
había vuelto loco.(S. Marcos 3:21)
Siempre
pensamos en Jesucristo como el modelo perfecto de la cordura, pero no
todos los que lo conocieron pensaron igual: Algunos miembros de su
familia temían que se había enloquecido. Es una experiencia para la
cual los discípulos de Jesús debemos estar preparados. Nuestros
familiares y amigos no siempre estarán contentos con nosotros cuando
seguimos al Señor. Pueden surgir conflictos y discusiones no
agradables. Hasta dirán que nos hemos vuelto locos o fanáticos. Si le hicieron esto a nuestro Maestro, no es de extrañar que nos pase lo mismo.
¿Pero
por qué? La gente puede pensar que tenemos todo al revés o que
nos hemos enloquecido porque cuando seguimos a Cristo, actuamos a
partir de valores distintos que los valores de la sociedad general.
Como cristianos, priorizamos la verdad, la vida y el servicio a los
demás sobre la egolatría, el poder político y la conveniencia
personal. Tenemos que prepararnos porque, tarde o temprano, habrá un
choque de valores que desafiará la comodidad de nuestras
relaciones y amistades. Algún familiar nos dirá loco o fanático y quizá ya no
recibiremos tantas invitaciones a las fiestas de los amigos.
Nuestro
consuelo es que la declaración de los que seguimos al Señor y que
hacemos caso a su Palabra somos su “madre, hermano y hermana”.
Nuestro consuelo es que somos la familia de Dios y que hay espacio
para todos.
Las
Lecturas para el 3er Domingo después de Pentecostés
(2018) son 1 Samuel 8:4–11, (12–15), 16–20, (11:14–15); Salmo
138; 2 Corintios 4:13–5:1; San Marcos 3:20–35.
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