
1. Primero, el Señor Jesús
les pide comida para comprobar la corporalidad de la
resurrección. La resurrección como evento es físico e histórico,
no sólo “espiritual”. Por énfasis explica: Los fantasmas no
tienen carne y huesos como ven que tengo
(S. Lucas 24:39).
Quiere que no haya duda sobre el hecho de que el hombre que veían resucitado delante de sus ojos era el mismo que habían conocido por años y que fue crucificado por
las autoridades algunos días antes. ¡Jesús fue levantado de entre los muertos con carne, huesos y todo lo que pertenece a la integridad humana.
2.
Segundo, Jesús les concede a los discípulos la clave para
interpretar su vida, muerte y resurrección. Esta clave es la
re-lectura de la tradición bíblica del pueblo judío: Éstas
fueron las palabras que les dije mientras estaba con ustedes, que
todo lo escrito acerca de mí en la ley de Moisés, los profetas y
los salmos tenía que cumplirse (S. Lucas 24:44).
Si queremos comprender el misterio pascual, debemos volver a leer
nuestras Biblias. Se podría agregar que nuestra Cristología, por
tanto, debe tener profundas raíces en el terruño
vetero-testamentario.
Las Lecturas para el Tercer Domingo de Pascua (2018) son Hechos 3:12-19; Salmo 4; 1 Juan 3:1-7; San Lucas 24:36b-48.
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