miércoles, 11 de abril de 2018

Cuestiones Litúrgicas: Los sermones durante los Oficios Diarios

Algunos lectores saben que soy director del Instituto Ecuménico de Ministerio Hispano que es una institución que instruye a líderes lacios de la Iglesia Episcopal y la Iglesia Evangélica Luterana para servir en varios aspectos del ministerio cristiano. Nuestros cursos incluyen enseñanza para oficiar en ausencia de un clérigo. Durante una conversación con una alumna surgió la pregunta: ¿En momento se predica el sermón durante los Oficios Diarios?

Aquí respondo—

En primer lugar, es necesario aclarar que en el caso de la Iglesia Episcopal, nunca es obligatorio predicar un sermón o leer una homilía u ofrecer una reflexión durante los Oficios Diarios. No pertenece a la integridad del oficio y, por tanto, siempre es un elemento opcional, sea quien sea el oficiante. Al menos que el oficiante laico sea también un predicador con licencia del obispo, no debería existir una expectativa que éste también predique aunque siempre se puede leer una homilía autorizada.

En los casos de querer incluir un sermón en la Oración Matutina o Vespertina, especialmente los domingos cuando hay buenos motivos para hacerlo, son tres opciones indicadas por las rúbricas del Libro de Oración Común: 1) después del Oficio, 2) después de las Lecturas; 3) después de las Colectas (Véase LOC 108-109).

Opción 1: Después del Oficio
No conozco a ninguna instancia actual en que se haya tomado esta opción. Sin embargo, durante la edad media y desde el siglo 16 hasta la primera mitad del siglo 20 fue una práctica muy común predicar los sermones después de los Oficios Diarios, especialmente cuando no se celebraba la Santa Comunión, pues ninguna provisión existía para predicar dentro de los estos oficios. De allí surge la costumbre de ofrecer oraciones extendidas o intercesiones llamadas “Bidding Prayers” (oraciones invitatorias) que terminan con el Padrenuestro. También se acompañaban con el canto de los salmos métricos, especialmente en tiempos cuando no se cantaban los himnos regularmente. Hoy en día pocos serán tentados a predicar después de finalizar el Oficio.
Opción 2: Después de las Lecturas
Lo atractivo de esta opción es que se conforma al patrón acostumbrado de los que asisten regularmente a la celebración de la Santa Eucaristía en que (con pocas excepciones) el sermón sigue a las lecciones de las Sagradas Escrituras. Se puede predicar un sermón después de la segunda lectura y su cántico (o después de la tercera lectura si hubiere).

Según mis criterios, no es la mejor opción porque interrumpe la lógica interna de los Oficios Diarios al aplicarles la lógica de otro tipo de culto. Por la lógica interna de la Oración Matutina o Vespertina se desarrolla un secuencia propia: preparación con los versículos bíblicos y/o la confesión de pecados, alabanza y contemplación de Dios con los salmos, la enseñanza divina de las lecturas y la respuesta a ellas con los cánticos seguida por su afirmación con uno de los credos y por fin la elevación de oración y petición al Señor con las colectas finales. Aunque hay similitudes con la lógica de la celebración eucarística, no es la misma, y prefiero no dar la impresión de que los Oficios Diarios sólo son una forma defectuosa de la misa porque no lo son.

Opción 3: Después de las Colectas
Ésta es la opción que más me convence. El permiso de predicar el sermón después de las Colectas se dio durante la época de la reina Victoria con la práctica de realizar oficios adicionales en las catedrales. Adaptaron la práctica de Opción 1 y la incluyeron en estos oficios adiciones. Tiene la ventaja de no interrumpir la estructura del oficio a la vez que le suma la predicación. La posibilidad de cantar himnos antes y después y de recoger una ofrenda hace que el sermón no sea como un adorno posterior al oficio sino una parte importante de la adoración del pueblo de Dios. Cuando la intención es leer una homilía escrita por el pastor del lugar en su ausencia o cuando se quiere leer una de las Homilías oficiales, esta opción evita sobrecargar a la gente con demasiado texto leído de una sola vez. 

Cualquiera la opción que se elija, es necesario pensar en los objetivos de cada evento y cada oficio para planificar adecuadamente y con anticipación. 

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