martes, 28 de noviembre de 2017

Reflexión Bíblica para la Última Semana después de Pentecostés—Cristo Rey (2017)


"Christus Rex"
Cuando el Hijo del hombre venga, rodeado de esplendor y de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.  La gente de todas las naciones se reunirá delante de él, y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. (San Mateo 25:31-32 DHH)
El evangelio para el último domingo después de Pentecostés refleja la tendencia antigua de leer textos sobre el juicio final durante las semanas antes del inicio del Adviento. (Antiguamente la temporada de preparación para la Navidad se extendía a seis semanas, no sólo a las cuatro de ahora.)
En este caso se trata del llamado “juicio de las naciones”. Es una escena que muchos reconocemos en que el Rey separa las ovejas de las cabras (Mateo 25:32) en base de su solidaridad con los más pequeños de los hermanos de Cristo (25:40,45). Se ha dado más de una interpretación de este pasaje. Una es que Cristo juzgará cómo todos hemos tratado a los pobres y más necesitados independiente de nuestra fe. Otra es que las naciones no creyentes serán juzgado en base de cómo tratasen a los creyentes que viven entre sus pueblos. Me imagino que hay todavía más interpretaciones, pero ésas dos son las más comunes.  
Fuera cual fuera la intención del evangelista, todos los intérpretes concuerdan en que Cristo juzgará al mundo como Rey tal como indica el Credo Niceno: De nuevo vendrá para juzgar a vivos y muertos. Afirmar esta verdad de fe debería inspirarnos a reflexionar y preguntarnos  a nosotros mismos si en verdad Cristo reina en nuestros corazones y en todos los rincones de nuestras vidas, pues es cosa fácil declarar que Jesucristo es Rey de reyes y Señor del universo, pero es otra dejar que el Cristo gobierne a todo nuestro ser con su amor.
Las lecturas para la Fiesta de Cristo Rey (2017) son Ezequiel 34:11-17,20-24; Salmo 95:1-7 (o Salmo 100); Efesios 1:15-23; San Mateo 25:31-46.    
Dios omnipotente y eterno, cuya voluntad es restaurar todas las cosas en tu muy amado Hijo, el Rey de reyes y Señor de señores: Concede, de tu piedad, que todos los pueblos de la tierra, divididos y esclavizados por el pecado, sean libertados y unificados bajo su reino de amor; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

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