Esta semana
inició con el Domingo de Todos los Santos, una ocasión muy apta para la
celebración del Santo Bautismo, y en la Iglesia Episcopal San Jorge bautizamos
dos niños. El sermón tomó la forma de una reflexión sobre los deberes de los
cristianos.
Expliqué que Dios
está llamándonos a ser santos, pero no tanto como las figuras que vemos en las
estatuas y los vitrales de las iglesias sino como hombres y mujeres de carne y
hueso que reflejan el amor de Dios y los valores del reino celestiales con sus
vidas. Estos valores se resumen en los compromisos del Pacto Bautismal del Libro de Oración Común (LOC 224-225).
Somos llamados creer en Dios la Santísima
Trinidad: ¿Crees en Dios Padre? ¿Crees en
Jesucristo, el Hijo de Dios? ¿Crees en Dios el Espíritu Santo?
Somos llamados a
compartir en la vida del Cuerpo de Cristo: ¿Continuarás
en la enseñanza y comunión de los apóstoles, en la fracción del pan y en las
oraciones?
Somos llamados a
alejarnos del mal y al arrepentimiento: ¿Perseverarás
en resistir al mal, y cuando caigas en pecado, te arrepentirás y te volverás al
Señor?
Somos llamados a
ser testigos del evangelio: ¿Proclamarás
por medio de la palabra y el ejemplo las Buenas Nuevas de Dios en Cristo?
Somos llamado a
amar al prójimo: ¿Buscarás y servirás a Cristo en todas las personas,
amado a tu prójimo a ti mismo?
Somos llamados a
ser agentes de reconciliación: ¿Lucharás
por la justicia y la paz entre todos los pueblos, y respetarás la dignidad de
todo ser humano?
Estos compromisos
bautismales ofrecen un modelo para los pecadores arrepentidos y los santos de
carne y hueso. Suenan sencillos, pero no
son fáciles. De hecho, la respuesta al interrogatorio (Así lo haré con el auxilio de Dios) no expresa la autoconfianza de
los candidatos sino deja ver que todos somos dependientes de la gracia de Dios.
Las lecturas para
el Domingo de Todos los Santos (2017) son Sabiduría 3:1-9 o Isaías 25:6-9;
Salmo 24; Apocalipsis 21:1-6ª; San Juan 11:32-44.
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