Regocíjense en el Señor. De
nuevo les digo, regocíjense. (Filipenses 4:4)
El cuarto capítulo de la epístola a los Filipenses se puede resumir con una palabra—Actitud.
Iglesia Anglicana "San Pablo", Atenas, Grecia (c) 2013 J. Lynch |
Es obvio que el mandato a regocijarse no se trata de mantener un estado emocional
en todo momento. En otra carta el mismo
apóstol reconoce que habrá momentos para alegrarse y momentos para llorar (Rom.
12:5) y ciertamente no niega que los fieles encontrarán problemas y dificultades.
En lo que, sí, insiste es el cómo enfrentar estos problemas. Debemos presentarlos al Señor (Fil. 4:6). Todo es cuestión
de actitud. La lectura de Filipenses revela por lo menos tres áreas en que la
actitud nos puede hacer una diferencia importante: Reconciliación, Generosidad
y Pensamiento.
Primero, San Pablo manda que Evodia y Síntique dejen de pelear y les exhorta reconciliarse como hermanas (4:2). Pide que se cambien de actitud y que se
fijen menos en sus pleitos y más en la salvación de Cristo ha ofrecido a las
dos. Su actitud debería enfocarse en lo
positivo que comparten más que en lo que les divide.
Segundo, el apóstol también pide que
los fieles sean conocidos por ser personas bondadosas, o como diría yo,
generosas (4:5). La generosidad también es un asunto de actitud. Las personas
generosas buscan cómo compartir con los demás y cómo mejorar las vidas de los que
les rodean porque no están demasiado ocupadas consigo mismo. Dios no quiere que
nos encojamos y nos enrollemos defensivamente para acaparar todo los recursos
para nosotros mismos sino que compartamos lo mucho o poco que tengamos.
Tercero, nos exhorta a poner nuestra atención en las cosas que realmente valen
la pena (4:8). Si llenamos el pensamiento con ideas chatarras o destructivas, llenaremos
nuestra vida con lo que nos hace daño, pero si por el contrario con buena
actitud buscamos siempre enfocarnos en aprender lo bueno, en las cosas
positivas y en todo lo digno de honor, veremos cómo eliminamos mucho estrés y
muchos problemas de nuestro entorno y seremos una luz para los demás.
Tener buena actitud nos permite abrirnos a Dios para que él llene nuestra
vida y nuestro hogar de paz y de muchas bendiciones: Y la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús. (Filipenses 4:7)
Las lecturas para el Decimonoveno Domingo después de Pentecostés (2017)
son Isaías 25:1-9 (o Éxodo 32:1-14);
Salmo 23 (o Salmo 106:1-6,19-23); Filipenses 4:1-9; San Mateo 22:1-14.
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