Esta semana
alguien notó que al inicio de la Santa Eucaristía siempre oficio desde el
altar y me preguntó por qué. Me alegró la pregunta porque quiso decir que todavía
hay personas que se fijan en los detalles del ars celebrandi.
En mi respuesta
expliqué que mi práctica sólo refleja la tradicional usanza litúrgica de la
Comunión Anglicana. En todas las ediciones del Libro de Oración Común anteriores a la versión del 1979 las
rúbricas (las instrucciones que gobiernan cómo dirigir los oficios) instruyen
al celebrante a ofrecer todas las oraciones previas a las lecturas delante del
altar y con eso dan cierta continuidad a la práctica litúrgica de los siglos
anteriores. Entre las novedades de la edición del 1979 vemos que ésta no indica
el lugar para la primera parte de la celebración. Dada la historia del nuestra liturgia es una omisión curiosa. Según mi criterio, cuando no hay instrucción
explícita en las rúbricas seguir los precedentes de la tradición es totalmente
razonable, más aún cuando el diseño del templo sigue la forma tradicional. Y por
eso, es lo que hago.
Gracias a los lectores que enviaron sus saludos
desde Ecuador. ¡Que Dios bendiga su ministerio!
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