En primer lugar es un sitio donde se practica la sanación. En la Iglesia hablamos
principalmente de la sanación espiritual aunque también se experimenta la
sanación física. Los enfermos espirituales buscamos refugio y alivio en
Jesucristo.
Pero si vamos un poco más adentro de
la imagen, los hospitales siempre tienen una organización y una estructura para
poder atender las necesidades de la gente: Hay médicos generales, especialistas
y cirujanos, y hay enfermeros de todo tipo. Cada quien hace lo suyo para
restablecer la salud de los pacientes. (Nadie quiere ser atendido en un
hospital sin enfermos.)
Para atender a sus “pacientes” espirituales la Iglesia necesita pastores
generales, pastores especialistas, diáconos y otros servidores que atienden
directamente al pueblo de Dios y dirigen a los recién ingresados hacia el
especialista que requieren para su mejoría. Necesitamos a todos, pues una
Iglesia de sólo obispos y sacerdotes, o sólo de maestros, teólogos y biblistas
quedará corta en su poder servir a la comunidad. Una Iglesia sin estos
especialistas puede olvidar su razón de existir.
Por eso San Pablo dice: Dios ha
querido que en la Iglesia haya en primer lugar apóstoles, en segundo lugar
profetas, en tercer lugar maestros, luego vienen los que han recibido el don de
hacer milagros, después el don de sanaciones, el don de socorrer a los
necesitados, el de gobierno, y el don de lenguas diversas (1 Corintios 12:28).
Se me ocurre que una Iglesia sin el ministerio de diáconos sería como un
hospital sin departamento de enfermería. ¡Da pavor solo pensarlo!
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