Todos los que invoquen el Nombre del Señor alcanzarán la salvación (Romanos
10:13).
El relato que nos narra el Evangelio según San Mateo acerca de la ocasión cuando Jesús caminó sobre las
aguas y calmó la tormenta ilustra muy bien nuestra condición como creyentes y
seres humanos todavía imperfectos. Con
nuestra fe en el Señor podemos lograr cosas impresionantes como Pedro que por su
fe en Jesús caminó sobre el agua. En estos momentos todo nos parece más o menos
fácil hasta que nos tropezamos y descubrimos nuestros miedos de nuevo. Comenzamos a hundirnos así como lo hizo Pedro y a dudar como el profeta Elías.
Nuestro consuelo no será tanto que somos iguales al apóstol o el profeta, sino que el
mismo que rescató a Pedro nos rescata y nos salva a nosotros también. El mismo
que animó y consoló los discípulos nos consuela y nos anima a seguir en la vida
cristiana. Nuestra confianza ni siquiera es que nuestra fe sea tan grande y tan
fuerte, sino todo lo contrario. Nuestra confianza se basa en que todos los que invoquen el Nombre del Señor
alcanzarán la salvación.
Amédée Varint, siglo XIX |
Las Lecturas para el Décimo
Domingo después de Pentecostés (2017) son 1 Reyes 19:9-18 (o Génesis
37:1-4,12-28); Salmo 85:8-13 (o Salmo 105:1-6,16-22,45b); Romanos 10:5-15; San
Mateo 14:22-33.
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