jueves, 9 de junio de 2016

Cosas anglicanas—“Evensong” (oración vespertina cantada)

La Abadía de Westminster, Londrés
Cada grupo de cristianos posee algo especial que todos los demás pueden apreciar como un don de Dios para toda la Iglesia.  En el caso del anglicanismo muchos estarán de acuerdo conmigo al afirmar que nuestra joya es la oración vespertina cantada en las grandes iglesias catedralicias.
Aunque yo tenía muchos años de rezar el Oficio diario, no sabía qué bello es el oficio vespertino cantado hasta  experimentarlo una tarde en la Abadía de Westminster. El templo en sí es una belleza arquitectónica que ha servido por el culto cristiano por más de mil años y que ocupa en papel especial en la historia de la nación y la iglesia inglesas, si no es por nada más, porque allá se coronan los reyes.  El oficio en sí es sencillo y conocido: versículos de apertura, el canto antifonal de los salmos, las lecturas bíblicas y las conmemoraciones diarias de los santos. Todos los elementos se juntan para construir un oasis espiritual para el alma cansada y sedienta. Aun para el anglicano experimentado es algo inolvidable.  La voz de Dios se escucha a través de la música y a través de su Palabra leída pausadamente como si fuera una meditación extendida o retiro espiritual en miniatura.  El evensong anglicano tiene tanto poder que hasta los ateos logran apreciar su encanto y comentan sobre cómo les atrae el misterio de este Dios adorado en la belleza de los cánticos y el silencio de la meditación. (¿Alguna vez ha pensado en el poder evangelístico del culto bien ordenado?) Mi consejo para cualquiera que tiene la oportunidad de asistir a la oración vespertina en una catedral o iglesia principal de nuestra querida Comunión Anglicana es que no dude en hacerlo.







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