Sobre el fin de semana estuve en el retiro anual de la Orden de las Hijas
del Rey, una sociedad devocional para las mujeres en la Iglesia Episcopal. Mi presencia se debía a que soy el capellán
provincial de la orden. Para
mí es un gran privilegio servir a las Hijas del Rey en este papel. Sus principios de la oración, el servicio y el evangelismo dan
prioridad a lo que es más importante en nuestra vida cristiana y por eso
merecen gran respeto. Creo que todas las
participantes del retiro se llevaron buenos recuerdos y ojalá unas reflexiones
sobre el cuidado que Jesucristo, el Buen Pastor, nos da.
Algo que me sorprendió fue la reacción a mi uso de la sotana durante el
tiempo de conferencias espirituales. Mi formación me implantó el propósito de ponerme
la sotana cuando dirijo retiros o imparto conferencias espirituales. Alguien me agradeció haberme vestido de
sacerdote y durante el retiro varias personas me comentaron que les gusta
cuando “los curas se visten como curas”. No fueron sólo las señoras de ochenta
años sino personas de varias edades. Y no sólo fueron personas muy
conservadoras sino de aspecto bastante moderno.
¿Será que la tendencia de evitar los
formalismos clericales se está acabando? ¿Será que la sotana ya está de moda? No sé si habrá un boom para los
sastres eclesiásticos pero quizá los curas debamos tomar nota.
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