Siempre resulta difícil prepararse para el Segundo Domingo de Navidad porque no siempre
hay tal día en el calendario y no siempre lleva este nombre tampoco. Por la
mañana cuando busqué las lecturas y las oraciones para el Oficio Diario (la Liturgia
de las Horas) me costó encontrarlas. Todos
los años pasa lo mismo. ¿Por qué?
La razón es sencilla aunque el resultado se ve complejo. Si el 25 de diciembre cae entre domingo y
martes, no aparece el Segundo Domingo de Navidad por ninguna parte. De hecho los misales, antifonarios, y libros
de oración más antiguos no contemplan la
observación de tal día. Qué hacer cuando aparecía este domingo antes variaba
bastante. En algunos lugares se repetía
lo del 25. En otros repetían todo de la Circuncisión del Señor (1 de enero), en
otros conmemoraban la Sagrada Familia o el Santo Nombre de Jesús.
Hoy se complica más porque en algunos sitios se permite adelantar la
celebración de la Epifanía, la Visita de los Reyes Magos, que tradicionalmente se
celebra el 6 de enero. En el leccionario
que casi todas las iglesias usan hoy día hay tres textos opcionales para la
proclamación del evangelio. Uno es lo de la matanza de los inocentes, otro es
la huida a Egipto y otro es la historia de cuando Jesús se perdió en el templo.
Ninguno viene en orden con los relatos de la infancia tal como se presentan
durante la Navidad. Por mi parte, al acercarnos casi al fin de la Navidad a todos les deseo un feliz Segundo Domingo y Undécimo día de Navidad, Domingo de la Circuncisión y—si es necesario darlo por anticipado—una feliz y bendecida Epifanía del Señor.
Por si no lo vieron, este link va mi primer sermon en Sermones que Iluminan (en inglés).
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