Soy morena, pero hermosa, muchachas de Jerusalén,
como las tiendas de Quedar, como las lonas de Salmá.
--Cantares 1:5
Por siglos el Cantar de cantares, un diálogo poético entre los novios que se acercan a la boda que forma parte del Antiguo Testamento, se ha prestado para una interpretación espiritual, pues el texto se puede leer como descripción del gozo del alma que busca a Dios y crece en amor y expectativa cuánto más cerca esté de él. No es nada extraño porque la Biblia misma dice que el encuentro culminante de los santos con el Señor será como una fiesta de bodas.
Los antiguos intérpretes cristianos vieron en la novia del Cantar de cantares una figura del alma que se entrega a Cristo y que vive plenamente en la gracia de Dios así como lo vieron en la Virgen María. De esta manera tanto la novia como la Virgen se hicieron símbolos de todos los creyentes que cada vez más reflejan al amor del Señor como la luna refleja la luz del sol.
Es cierto que los textos del Cantar de cantars que hablan de la morena hermosa ya se citaban en la liturgia cristiana siglos antes de la aparición de la Virgen Morena de Tepeyac, pero con este cuadro de la princesa indígena se combinan las dos imágenes en una sola que confirma que el mensaje cristiano es para todos los pueblos.
Durante este tiempo de Adviento la celebración de Nuestra Señora de Guadelupe nos enseña que independientemente de dónde venimos nuestro gozo y nuestra esperanza en Dios deberían crecer mientras se acerca el día de nuestro encuentro con el Señor.
Durante este tiempo de Adviento la celebración de Nuestra Señora de Guadelupe nos enseña que independientemente de dónde venimos nuestro gozo y nuestra esperanza en Dios deberían crecer mientras se acerca el día de nuestro encuentro con el Señor.
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