martes, 9 de diciembre de 2014

San Juan Bautista


Siempre me ha gustado San Juan Bautista, pues es uno de los personajes bíblicos más complejos y llamativos. A pesar de que es todo lo contrario a lo que se imagina al pensar en una persona popular—No se vestía a la moda, no se peinaba, tenía una dieta muy particular y extraña  y no fue muy diplomático ni muy delicado al hablar—parece que todo mundo se quedó fascinado con él en el primer siglo y bastantes desde entonces.

Hay que imaginarnos la situación aparentamente contradictoria:
San Juan era de familia sacerdotal,  sin embargo se quedaba fuera de la ciudad a propósito y da la impresión que no quería nada que ver con los ritos del templo en Jerusalén.  La gente salía masivamente de la ciudad y sus alrededores para escuchar a Juan.  Cuando llegaban, a los oyentes prácticamente los insultaba con su predicación intensa, “¡Generación de víboras! “ También les decía a los que querían seguirlo que había otro que buscar y seguir, otro que les liberaría del castigo divino que merecían.  Y nos dice la Biblia que la gente tenía ganas de escuchar aún más.  Realmente es insólito que Juan Bautista fuera tan popular.

Algo todavía más asombroso es la humildad de San Juan. Aunque mucha gente le buscaba y creía que era profeta, Juan entendía cuál era su papel en los designios de Dios. Sabía que el Señor lo llamó para preparar el camino de Cristo Jesús y que su mensaje aunque sonó pesado realmente era evangelio, buenas noticias, para los que podían recibirlo.  En su sencillez sincera se confesó indigno de desatar las correas de las sandalias del Salvador y reconoció públicamente que su importancia necesitaba disminuir ante la presencia de Dios en Jesucristo.  

Por eso en las imágenes San Juan Bautista siempre tiene un dedo levantado. Siempre nos está apuntando hacia Cristo para que entendamos quién es el Camino, la Verdad y la Vida. Apunta hacia Cristo para que preparemos un lugar para el Divino Redentor en nuestros corazones.

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