Las Sagradas
Escrituras nos ofrecen dos visiones del mundo: Una es del mundo futuro
perfeccionado por la justicia divina con la gracia de Dios; es un mundo libre
de violencia, hambre, y malos entendidos.
El león y el cordero se acostarán
juntos…y un niño los guiará en el monte sagrado del Señor. La otra visión
es del mundo que espera la intervención de Dios para poder llegar a ese monte
sagrado. Habrá señales y portentos en el
cielo.
La lección que
debemos tomar es que el mundo de paz será un regalo de Dios, será el resultado
de su poder y su justicia y no los del hombre. El Señor mismo construirá su
monte sagrado. (Cualquiera construido por los seres humanos tendrá que llamarse
el Segundo Babel y asimismo caerá.) Los cristianos somos pregoneros de la
justicia de Dios. Proclamamos que la justicia divina vendrá y pondrá orden al universo. Así damos esperanza a los
débiles y a los marginados, pues tenemos la certeza que Dios siempre es fiel a
su palabra y escuchará a los que confían en él.
Las lecturas fueron
Isaías 65:17-25; Primer Cántico de Isaías (Is. 12:2-6); 2 Tesalonicenses
3:6-13; San Lucas 21:5-19.
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