Ésta es la
segunda parte de la serie sobre los Tres Días Sacros. Se trata del Viernes
Santo.
Viernes Santo. El Viernes Santo es el segundo día del Triduo y como es de esperarse es un día único en
varios aspectos. La liturgia del día no se parece mucho a los demás oficios del
año y está compuesta de secciones, algunas de las cuales son opcionales en el Libro
de Oración Común actual. (El LOC
de 1979 es el primero que incluye un rito especial para este día.) Todas
las partes se giran en torno a la Pasión del Señor Jesucristo, pues hoy la
Iglesia contempla la muerte de Cristo. El
color tradicional no es rojo sino negro por ser el color de luto.
Liturgia de la
Palabra. Los textos
bíblicos hablan de la muerte del hombre santo y del sacerdocio verdadero, el de
Cristo. La Pasión siempre es la versión de San Juan, leída o cantada. Es una
lectura larga y pesada para los oyentes y realmente debe ser el centro de la
liturgia. El Sermón que sigue viene a llamar la atención de la congregación al
mensaje del evangelio y a la persona de Cristo crucificado. Hay que dejar espacios para el silencio y sólo
cantar himnos sobrios.
Las Colectas
Solemnes. Aquí brilla el diácono
en su función litúrgica principal de llamar a los fieles a la oración. La
congregación ora en silencio o voz baja. El presbítero recapitula a esta
oración con la colecta. Realmente esta sección es una letanía en que la Iglesia
intercede por el mundo delante de la Cruz y ofrecemos el sacrificio de la
muerte del Señor al Padre por el bien de la humanidad.
Las Devociones
a la Cruz. El LOC
indica que podemos incluir devociones apropiadas en la Liturgia de Viernes
Santo. Se trata de la veneración de la Santa Cruz que es una práctica muy
antigua. Es opcional, pero casi universal en la actualidad. Al venerar la Cruz adoramos
a su víctima.
La Comunión
del Presantificado. Se
puede administrar la Santa Comunión de los dones consagrados en la Eucaristía
del Jueves Santo. En tal caso, aquí sigue la confesión del pecado y el
Padrenuestro. En siglos pasados dos posibilidades existían, la de celebrar la
Eucaristía y la de no recibir el sacramento en este día. Recibir la Comunión
puede ayudarnos a sentir profundamente la unión con el Señor, pero el privarnos
del sacramento en un día tan importante nos puede obligar a ver la realidad—Mataron
al Señor y lo llevaron.
Oración final. El oficio termina
con una oración final que pide al Cristo a interponer su muerte entre el juicio
de Dios y nuestras almas, pues sólo esto nos salvará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario