En el evangelio del
Segundo Domingo en Cuaresma los que usamos el Leccionario Común escuchamos a
Jesucristo decir: “El que quiere ser discípulo mío que cargue con su cruz y que
me siga porque el que desea salvar su vida la perderá y el que pierde su vida
por mi causa y por causa del evangelio la salvará.” Me hizo pensar en que a
menudo queremos tomar estas palabras de manera figurativa cuando a lo mejor son
más literales de lo que nos imaginamos.
Si queremos
verlas en la práctica sólo tenemos que mirar hacia Siria, Irak y Libia para
darnos cuenta que el mensaje del Señor es serio. Si queremos seguir a Cristo,
debemos estar dispuestos a perder nuestras vida, siguiendo el ejemplo de él
mismo. A diario los que
se creen seguidores de Dios raptan, violan, abusan y degüellan y crucifican a
hombres, mujeres y niños sólo por el hecho de seguir a nuestro Señor. A un siglo del genocidio de los cristianos
armenios en la misma zona, se va repitiendo la masacre de nuestros hermanos. Hemos de pedirle a Dios para que fortalezca a
todos los cristianos para que en nuestro día no nos avergoncemos de su Hijo y
hemos de reclamar públicamente para que el mundo no permita este intento eliminar
a “el pueblo de la Cruz”.
Señor Dios, que en tu providencia misericordiosa asocias la Iglesia a los dolores de tu Hijo, concede a los fieles, que sufren por tu nombre, espíritu de paciencia y caridad, para que se manifiesten siempre testigos verdaderos y fieles de tus promesas; por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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