miércoles, 14 de marzo de 2018

Reflexión Bíblica para la Cuarta Semana de Cuaresma (2018)

S. Juan 3:14
Este domingo escuchamos una historia del libro de Números (21:4-9) que muchos desconocemos. Se trata de Moisés y la serpiente de bronce. El Señor los había liberado de la esclavitud, mas el descontento del pueblo aumentó tras su travesía por el desierto. Dios castigó a los hebreos por esa terquedad y por sus murmuraciones, enviándoles serpientes venenosas. Varios murieron; sin embargo, Dios no quiso que murieran sino que se arrepintiesen de su mal actuar. El remedio proveído a los hebreos fue que Moisés hiciera una figura de serpiente hecha de bronce y que la pusiera en un asta. A esta figura todos debían ver con fe para ser sanados. Fueron muchos los salvados.

Por seguir la norma explicada por San Pablo que las escrituras antiguas se escribieron para nuestra enseñanza (véase Romanos 15:4) los primeros cristianos vieron en esta historia un tipo o modelo de la salvación por Cristo: Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna (S. Juan 3:14,15). Como la serpiente fue alzada para salvar a los israelitas que creyeron en la palabra de Dios, así fue alzado Jesucristo sobre la cruz para salvar a los hombres que creen en él. La imagen se hace todavía más viva al acordarnos que la figura de la serpiente sobre el asta formó algo semejante a una cruz. La lección entendido es que si tenemos fe en Cristo, Dios nos salvará de nuestros pecados y maldades: De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna (S. Juan 3:16).

Las lecturas para el Cuarto Domingo en Cuaresma (2018) son Números 21:4-9; Salmo 107:1-3,17-22; Efesios 2:1-10; San Juan 3:14-21.  

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