miércoles, 14 de noviembre de 2018

Reflexión Bíblica para la 25a Semana después de Pentecostés (2018)

Esta semana leemos el relato de la viuda que dio todo lo que tenía como una ofrenda al tesoro del templo (S. Marcos 12:41-44). Muchas veces usamos este pasaje para enseñar el valor relativo de las ofrendas, que es más valioso dar lo poco que uno tiene que dar mucho de lo que a uno le sobra. Y así es; sin embargo, hay otra lección que podemos extraer de este texto.

Esta lección es que no hay nadie que no puede ofrecer una contribución a la obra de Dios. Para la sociedad, la viuda no gozaba de ninguna importancia: Era una mujer pobre sin marido y sin dinero. Nadie la tomaba en cuenta--solo Jesús la mira y la observa porque él la conoce y la ama, y él sabe que el Padre a ella le ha dado recursos que custodiar e invertir en el reino de Dios.  Como la viuda todos hemos recibido dones, talentos y recursos de Dios para dedicar a la extensión del reino de los cielos, y por tanto todos tenemos algo que dar: Podemos ofrendar el mucho o poco dinero que tengamos, podemos orar y dar testimonio y podemos servir en la iglesia y en los lugares donde se atiende a los necesitados. Sin excepción todos podemos contribuir algo. Puede ser, como en el caso de la viuda, que nuestra pequeña ofrenda anónima y sin pretensiones sea la más importante y la más valiosa.


Las lecturas para el 25° Domingo después de Pentecostés (2018) son Rut 3:1-5, 4:13-17; Salmo 127; Hebreos 9:24-28; San Marcos 12:38-44. 

No se olvide de seguir "El Cura de Dos Mundos".

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