El Domingo de
Ramos da inicio a la Semana Santa. Es una ocasión también llamada el Domingo de
la Pasión porque siempre leemos una de las versiones de la crucifixión del
Señor. La combinación de la alegría de la procesión de ramos y la sobriedad fúnebre
de la muerte de Cristo nos presenta un contraste marcado. Para mí este contraste se ve todavía más en la
actitud del gentío que celebra la entrada triunfal y regia con gritos de ¡Hosanna! y que condena al Mesías con
los gritos de ¡Crucifícalo! Eso nos
debe servir como un recordatorio de lo frágil que somos nosotros los pecadores en
nuestra devoción y fidelidad al Señor. Igual que los discípulos, prometemos
seguirle hasta lo último pero en realidad fallamos mucho más de lo que queremos
admitir. Sin embargo, también la Pasión demuestra con
claridad que Cristo murió por nosotros, no porque lo merecemos, sino
precisamente porque él es fiel y nos ama a pesar de nuestras muchas faltas y culpas.
La Crucifixión por Giotto |
Las Lecturas para
el Domingo de Ramos: Domingo de la Pasión son Palmas: San Mateo 21:1-11; Salmo 118:1-2, 19-29; Eucaristía: Isaías 50:4-9ª; Salmo
31:9-16; Filipenses 2:5-11; San Mateo 27:11-54.
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