Hoy conmemoramos uno de los pocos
candidatos para ser el mejor teólogo de todos los tiempos—Santo Tomás de
Aquino. Este fraile dominico con su curiosidad intelectual, perspicacia y claridad
de argumento me ha inspirado casi desde
que tengo memoria. Me acuerdo de los veranos de mi niñez cuando bajaba del
librero de mi abuelo los dos gigantes tomos forrados de cuero con "Summa Theologiae" marcado en letras doradas. Los
abría para leer los pensamientos del “doctor angelical” sobre cualquier tema
casi al azar.
¡Cómo me fascinaban las preguntas!
--¿Es o no es necesaria la doctrina
sagrada?
--¿Puede o no puede exponer textos de la
Sagrada Escritura en varios sentidos?
--¿Era conveniente que Dios se encarnase?
--¿Era necesario para la redención del
género humano?
--¿Qué es un sacramento?
Pensándolo bien, no creo que haya entendido todas respuestas que dio el santo, pero diría que aprendí
con Sto. Tomás que las preguntas teológicas son válidas y que para respuestas hay que estudiar
y escrudiñar a las Sagradas Escrituras y pensar muy bien. Doy gracias a Dios por proveerme tan buen maestro.
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