Casi terminamos
la primera semana de la “pequeña Cuaresma” mejor conocida en Occidente como el
Adviento. Es tiempo de reflexión, esperanza
y preparación. Algo que a veces se nos olvida es que el Adviento es una época
penitencial. Se trata del arrepentimiento y nos llama a la conversion.
En algunos sectores
llamar al Adviento una época penitencial provoca reacciones de shock y
horror. Dicen que el Adviento se trata sólo de esperanza y preparación pero
nada de penitencia. Indican que por esto usan manteles y vestiduras azules—Quieren
que veamos la diferencia, supuestamente según una usanza inglesa, entre la
Cuaresma y el Adviento. (Creo que los colores son lo de menos.*)
Lo que falta es
entendimiento de lo que significa prepararnos espiritualmente durante el Adviento.
Nuestra reflexión debe ser sobre la condición del mundo y de nuestras almas.
Nuestra esperanza debe ser porque el Salvador vendrá a traer justicia al mundo.
Y nuestra preparación debe ser para poder enfrentarnos con el Señor en el
juicio final. Las lecturas bíblicas del Adviento concentran
nuestra atención en la predicación de Juan Bautista y de Jesucristo. Los dos
predicaban el evangelio del arrepentimiento y de la conversión: ¡Arrepentíos!
Ya viene el reino de los cielos (Mt. 3:2, 4:17). Los dos llamaban a
la gente a volver a Dios y los dos condenaban la hipocresía de una religión que
celebra la fiesta sin abandonar el pecado y el mal (Lc. 3:7-8, 18:10-14).
Escuchemos, pues, a Juan
y a Jesús. Arrepintamos de nuestros pecados y preparemos un lugar en nuestros
corazones para que en ellos nazca el Rey del cielo.
*Las primeras indicaciones de los colores litúrgicos
describen el uso del color negro para el Adviento. Los ingleses usaban el azul
porque no tenían mucho acceso al violeta y parece que con frecuencia el azul,
el morado y el negro todos valían unos por otros hasta los tiempos de la reina
Victoria cuando los fabricantes deseaban vender los colors "correctos".
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