Hoy el Hijo de Dios muere en la cruz para redimir al mundo.
¡Vengan: adorémosle!
Esto es muy cierto, y todos lo pueden creer, que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores. (1 Timoteo 1:15a)
¡Así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Único, para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él. (Juan 3:16-17)
Para esto han sido llamados, pues Cristo también sufrió por ustedes, dejándoles un ejemplo, y deben seguir sus huellas. El no cometió pecado ni en su boca se encontró engaño. Insultado, no devolvía los insultos, y maltratado, no amenazaba, sino que se encomendaba a Dios que juzga justamente. El cargó con nuestros pecados en el madero de la cruz, para que, muertos a nuestros pecados, empezáramos una vida santa. Y por su suplicio han sido sanados. Pues eran ovejas descarriadas, pero han vuelto al pastor y guardián de sus almas. (1 Pedro 2:21-25)
DIOS Misericordioso, Creador del Género Humano, que no sientes aversión por ninguna de tus obras, ni quieres la muerte del pecador, antes bien que se convierta y viva; Compadécete de todos los que no te conocen como te has revelado en el Evangelio de tu Hijo. Aparta de ellos toda ignorancia, dureza de corazón y menosprecio de tu Palabra; y por tu misericordia condúcelos de tal modo a tu redil, que sean un solo rebaño bajo un solo Pastor, Jesucristo nuestro Señor, quien contigo y el Espíritu Santo es un solo Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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